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HISTORIAS DEL CENTENARIO

PEDRO PUENTE PÉREZ | Opinión | 28/05/2017

Muchas personas hemos escuchado hablar del famoso padre Elías De la Mora, conocido popularmente con el apodo de “La Sotana Voladora” debido a la velocidad con que manejaba su camioneta por las calles y carreteras.

También hemos oído en las historias que el padre De la Mora siempre sacaba ganancia debido a su gusto por el comercio y la habilidad que tenía para convencer a la gente.

Pero no siempre tuvo éxito en sus tratos e incluso hubo quien sacara ganancias “a sus costillas”, tal como me lo contó mi padre en una de las tantas veces que me puse a platicar con él.

Este relato es de alrededor de los años cincuentas, cuando el cura Elías de la Mora estaba reconstruyendo la iglesia de la Sangre de Cristo, localizada en la zona centro de Colima.

Me relata mi padre que en esa época lo que ahora es la colonia Francisco Villa III era una mina de arena propiedad del señor Antonio Novela y en ella trabajaba el mozo al que conocían con el apodo o sobrenombre de “Chalón”, quien por la tarde trataba de completar la “tarea” de juntar cierto volumen de arena para poder irse a su casa a descansar.

En eso estaba Chalón cuando se escucha el ruido de una camioneta que se acercaba velozmente y que era manejada por el cura Elías de la Mora, conocido como La Sotana Voladora, quien solo llegó y le dijo “hijo me hace falta arena” y entre él y su mozo comenzaron a llenar la camioneta para después despedirse.

Chalón, intrigado, volvió a comenzar su tarea para poder irse a descansar a su casa, la llevaba algo aventajada cuando otra vez escucha el ruido de la camioneta y de nuevo El cura De la Mora llega y le dice:

-Hijito me hizo falta más arena, me voy a llevar otro puñito.

-Pero Padre ya es tarde y no he podido ajustar la tarea- respondió Chalón.

-Ándale, ándale que Dios te ayuda- fue la respuesta del sacerdote quien de nuevo llenó la camioneta.

Cuando terminó le dijo:

-Oye hijo allá que hay- apuntando hacia el sur, que era una zona de montagal a lo que Chalón, aunque molesto, responde amablemente -hay pepinos y sandías padre- (sabiendo que en realidad había pura sacatera).

Al escuchar esto el cura De la Mora, interesado por querer llevarse algo de fruta para comer, dejó la camioneta llena de arena y le dijo la mozo “vamos a dar una vuelta para allá”.

En lo que fueron “Chalón saca el gato (para cambiar llantas) de la camioneta y lo esconde.

Cuando llega de nuevo el padre le dice:

-Hijito no hay nada-

-¿No padre? yo no he ido pero me han dicho-

-Bueno hijito ahí nos vimos- se despidió el sacerdote y se fue con su camioneta llena de arena y dejando a Chalón trabajando para completar “la tarea”, pero con la ganancia del gato.

Cuando Salió del trabajo se fue caminando cargando el gato y se encontró a un amigo a quien se lo vendió.

Mi padre dice que el propio Chalón le platicó: “Me vine caminando para mi casa y lo vendí, me dieron 78 pesos por él, en la calle encontré a un chofer amigo. Me fue re bien”.

Chalón le dijo en la plática: -vale ya cansado y va llegando el padre muy contento`, hijito me hace falta arena' entonces dije vas a ver, que saco mi gato. yo no hice pecado-, aseguró el cansado Chalón.

Mi padre cuando escuchó esto le dijo -Estas condenado-

A lo que Chalón le respondió –no, Dios bien sabe, el padre pensó joderme pues que me lo jodo yo a él. Yo ganaba 10 pesos al día, di el gato en 78 pesos, yo le gané al negocio.

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