LA PANGA

MAYAHUEL HURTADO | Opinión | 25/05/2017

PROSTITUCIÓN MASCULINA  ¿NEGOCIO O EMPLEO?

Cuando leí del tema, me pareció increíble, pero cuando comencé a investigar fuentes me quedé atónita y es que la prostitución, siempre estuvo vinculada a la mujer, pero todo ha mutado y de unas décadas a la fecha, el sexo masculino ha engrosado las filas de sexoservidores, así es querido lector, lectora, hay zonas de tolerancia, citas por teléfono, e incluso algunas páginas que ofrecen sus servicios para poder complacer los más bajos instintos de los varones e incluso aunque en menor porcentaje, de algunas mujeres.

Será necesidad económica o la facilidad para ganarse una buena suma de dinero con el mínimo esfuerzo, será un gusto o una filia, pero el hecho es que son cada vez más los jóvenes que se dedican a prostituirse y al parecer, es una actividad tan tácita, que pasa inadvertida para algunos, sin embargo, al incrementarse la actividad, surgen competencias, lo cual van matando lentamente el toque de discreción que hasta un par de años se había tenido.

El gigolo era el que daba placer a cambio de recibir dinero y favores, pero siempre las historias eran relacionadas con mujeres, incluso fue motivo de varios filmes, pero ahora las preferencias de índole sexual han ido transformándose y hay zonas de tolerancia que tienen varones, y algunos transexuales, en algunos casos hay gays y travestis, porque resulta demasiado atractivo trabajar dos a tres horas diarias o incluso en algunos casos exclusivamente fines de semana, para tener un salario que oscila entre  los cinco mil a quince mil pesos, e incluso más si el estatus económico del cliente es bueno.

La prostitución masculina en México va en aumento gracias a que se ha vuelto un negocio lucrativo para quien vende y un escape para quien compra. Pero también una preocupación por el riesgo que existe de que a la larga pueda convertirse en una nueva clase de trata de personas.

A diferencia de la prostitución femenina, en el caso de los hombres, no existen a nivel nacional cifras aproximadas sobre el tamaño del fenómeno, pero algunos estudios deducen que va en aumento por distintos factores como el desempleo, los bajos salarios, la migración a las grandes ciudades, una mayor apertura sexual y una elección personal.

En la entidad en los municipios de Colima, Manzanillo, Armería  y Tecomán, es donde se ha detectado esta actividad, que han encendido los focos de alerta entre los gabinetes de seguridad y de salud pública. En el caso de Colima, la ruta de la Central de los Rojos a la antigua Zona Roja, es un punto en donde todas las noches se observa a jóvenes varones ofrecer sus servicios sexuales ya sea en calidad de pasivos o de activos.

En el caso de Manzanillo son dos los puntos geográficos de la ciudad en donde aparecen los sexoservidores, ante la complacencia de las autoridades responsables de vigilar la moral pública y las buenas costumbres: en la entrada principal al municipio de Manzanillo, en la zona conocida como la gasolinera de la Iguana, en la glorieta del crucero de Minatitlán y en los alrededores de Torre Puerto, se cuentan por docenas a los jóvenes que ofrecen sus servicios, lo que llama la atención y que tenemos documentado en video proporcionados por personas que están en desacuerdo con esta actividad, es la gran cantidad de clientes, pues ya ni se esconden para buscar unas horas de diversión y frenesí.

La cartera de clientes de los que practican la prostitución masculina es diversa. Presumen a los cuatro vientos decenas de anécdotas en donde los protagonistas clientelares son afamadas figuras del servicio público, algunos otros prominentes miembros del sector empresarial, algunos comunicadores y sobretodo, hacen énfasis en el turismo sexual, es decir, los varones que vienen de otras entidades a contratar los servicios, entre la comunidad de sexoservidores abundan las crónicas de lujuria en donde los jovencitos han sido contratados para participar en orgías o noches de placer colectivas.

Hablando con una experta en Sexología, dice que los varones más bravucones, que dan muestras de ser machos imponentes, que gustan atacar o denigrar a las mujeres, son los clientes potenciales de los jóvenes varones que se dedican a ofrecer ese tipo de servicios sexuales, jóvenes que incluso, han sido víctimas del maltrato y salvajismo con el que son tratados y en algunos casos los peores, se han registrado crímenes de homofobia y transfobia.

El tema da para muchas entregas, lo cierto es que debemos estar atentos al comportamiento de nuestros jóvenes, conocer a sus amistades, reforzar valores en el seno familiar y cimentar de manera vehemente el valor del trabajo.

Y en el caso de los sexoservidores las autoridades deberán estar atentas en el tema de salud, para evitar un incremento en enfermedades de transmisión sexual y en el punto crítico, la alza de los casos de SIDA. En el apartado de seguridad se debe legislar para  garantizar las medidas para que la violencia no los toque.

En el baúl de los recuerdos de los sexoservidores, hay infinidad de anécdotas de los perfiles misóginos y de depredadores de la moral, que se han ensañado destrozando dignidades de mujeres basados en vulgares chismes de vecindad de quinto patio.  Se les olvida que en su biografía tienen muchos grises.