BAÚLES

RICARDO SÁNCHEZ ARREGUÍN | Opinión | 26/07/2016

¿NO TENEMOS REVOCACIÓN DE MANDATO? ¡AGUÁNTESE!

Ejecutados todos los días, incompetencia, voracidad e insensibilidad de los servidores públicos. En nuestro Colima, a diario se cuece un tufo, ofensivo al sentido común y a las expectativas de paz y desarrollo humano.

No hay día que los ciudadanos no reneguemos de la clase política, de aquella clase política que incrementa los impuestos para subirse todavía más sus grandes y ofensivos sueldos, a cambio de servicios pésimos.

El gobernador a la cabeza, en este caso Ignacio Peralta Sánchez; luego los diputados, primordialmente los de mayoría panista, que salieron lángaros; después los alcaldes, que no atinan siquiera a reparar baches de vialidades principales. Y del ámbito judicial mejor no hablemos.

En Colima tenemos una clase política que, por sus hechos -y en el colmo del cinismo nunca faltan algunos que también en el discurso- vive en un mundo distante de las necesidades y problemas que a diario golpean la dignidad ciudadana.

Para coronar este contrasentido de la política, si Usted revisa la Ley de Participación Ciudadana del Estado de Colima, encontrará todas las figuras que mande y guste, que servirán para desahogar un poco la presión social y quitar las piedras que la misma clase política va poniendo en el camino.

Pero en dicha ley nunca leerá la figura de Revocación de Mandato.

Así es. La clase política salió más vivilla que cualquier delincuente común, de calle y camino.

Si Usted se cansó del gobierno incompetente y deshonesto de Mario Anguiano, con olor a eternidad, ¡aguántese! El de Nacho, que ya cansó a la concurrencia, todavía no lleva un año. Y no hay manera de echarlo, por incompetente, con ley por haber y valía.

A quienes todavía sueñan con un Colima libre y honesto, en lugar de andar convocando a marchas ¿no sería más productivo que presentaran una propuesta formal de Revocación de Mandato, en la que fueran sujetos de examen el gobernador, los alcaldes y diputados, y entonces sí, presionar para que los 25 legisladores la aprueben e incorporen a la Ley de Participación Ciudadana?

De hacerlo, créame que, entonces sí, la clase política intentaría marchar derechito, por lo menos por el temor a ser despedida por sus patrones: los ciudadanos.