TRIBUNA PÚBLICA

GABRIELA RUBALCAVA MENDOZA | Opinión | 20/07/2016

A mi siempre me ha gustado escribir. Nací con esa inclinación y placer. Nunca he pretendido tener la razón en los temas que abordo, lógica, si. Cuando una reflexión que hago gusta a las personas que la leen me solazo en ello, cuando no ocurre así, lo digiero de la mejor manera y sigo adelante.

Siempre que escribo un articulo, un cuento, procuro dar mi opinión personal con base en la formación académica tenida y los conocimientos adquiridos a lo largo del tiempo y las experiencias aprendidas, por eso, creo soy así, tan impertinente para algunos, apasionada para otros, arrebatada para quienes menos me quieren.

Pero así soy y siempre lo he dicho: es todo lo que hay, si no te gusta, las puertas de mi vida siempre estarán abiertas para que se marchen.

Me causa pena que haya personas que se acercan a mi diciéndome “te pusieron un bloqueo, es que como eres”, o que ante el debate de alguna imposición hasta me piden que mejor no diga nada “porque por eso no me quieren”.. Yo siempre me rio. Porque entiendo en primer lugar, que no estoy, generalmente, entre mis amigos cuando ello ocurre; segundo, porque ante la lógica que desarma, lo mejor es la amenaza o el amedrantamiento y tercero, porque me da igual. Porque no me importa.

Yo me río ante las cadenas que atan a este tipo de personas. Igual que me duele la lambizconeria y vileza de quienes hacen “lo que sea” para mantenerse en una nómina. Tengo muy presentes los esfuerzos de mis padres para costear mi educación y luego, los años invertidos en el aula para adquirir conocimientos que me permitan vivir con decoro. El día que yo acepte que las dos premisas anteriores son la mejor manera de escalar entonces habré muerto en vida. Todos los que se desvelaron por mi deberán sentirse avergonzados de su obra.

Me refiero a esas cadenas mentales que les impiden ver que más allá de un contrato de trabajo existe también el respeto a quienes defienden en una coyuntura determinada un derecho que es individual. Jamás he traicionado la lealtad de nadie que hubiera confiado en mi –lo que no puedo decir de algunos de quienes me rodean- y esta condición me ha dado amigos y también rivales, gracias a Dios.

CONTINÚA...