Mal empieza la semana para el que ahorcan en lunes. Y así, los colimenses quienes aún conservan sus empleos en la administración que dirige Ignacio Peralta Sánchez, se enfrentan a la zozobra de la pérdida de su empleo, pues según se comenta en las redes sociales el mandatario giró instrucciones para que aproximadamente dos millares de trabajadores firmen y presenten sus renuncias a los puestos que habían venido ocupando, en algunos casos, hasta por 20 años de antigüedad.
La suma se incrementa con el anuncio hecho por el ahora secretario de Educación, Oscar Javier Hernández Rosas en el noticiero de Ángel Guardián, quien a su arribo a la dependencia y luego de algunos estudios hechos en apenas seis días, considera que existe una estructura “obesa” que conviene adelgazar y dijo que si bien es posible un despido “(…) esto no necesariamente significa despedir gente, pues bien podrían ser reubicados a otras áreas”. Algo así como “si pero no de esa forma” y aquí se rumorea que podrían ser hasta 500 las plazas a suprimir.
La necesidad de hacer más operativa una administración –cualquiera que ésta sea- es encomiable y debe reconocerse el esfuerzo porque ello conlleva la realización de un buen trabajo y la posibilidad de dejar un legado que con el tiempo sea reconocido.
El problema es que según se dice en los corrillos gubernamentales, las mismas posiciones o puestos de trabajo de los despedidos, están siendo ocupados por hijos de funcionarios que fueron jubilados en la administración que concluyó o, por amigos y compromisos de la nueva ola de servidores públicos en las distintas esferas de poder, lo que da al traste con la buena intención y quiero pensar que asi es, del ejecutivo en funciones: hacer de éste desastre financiero que dejo Mario Anguiano Moreno, un gobierno que sirva de ejemplo al resto del país.
Insinuar que los futuros despedidos –si es que aún sobreviven- forman parte de una plantilla de “aviadores” y que por eso los despiden, es de risa. “esos” y “esas” me decían ayer en un café de la ciudad, van a seguir cobrando tranquilamente. Personalmente, ignoro si existen “aviadores” en esta administración, pero que hay mitos y dedos que señalan a más de uno (a) como parte de dicho honorable equipo, pues si los hay.
En Colima por ejemplo, ha sido publicado en diferentes medios de comunicación los funcionarios o líderes sindicales, quienes protegidos por el cargo y/o membrete de sus organizaciones, han colocado a su esposa, hijos o sobrinos, en plazas sindicalizadas o de base para garantizarles un futuro alejado de los devenires que ahora enfrentan la mayoría de los trabajadores. Y supongo que es válido, todos queremos ver bien a nuestras familias.
CONTINÚA...
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