BITÁCORA REPORTERIL

CÉSAR BARRERA VÁZQUEZ | Opinión | 10/04/2019

GORDILLO Y LA CNTE, UNIDOS POR LA CORRUPCIÓN

Cuando dos figuras impresentables como la de Elba Esther Gordillo y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) se unen para boicotear la reforma educativa del presidente Andrés Manuel, significa, en los hechos, que la iniciativa del presidente tiene aspectos positivos y relevantes en materia de fomento a la calidad educativa, pues nada que busquen estas dos caras, de la misma moneda de la corrupción, puede ser bueno para la niñez y juventud mexicana.

El rechazo de Elba Esther y la CNTE se focaliza específicamente  en la aplicación de los procesos de ingreso y promoción del servicio profesional docente. La nueva reforma educativa del presidente elimina la evaluación de la permanencia del servicio, uno de los puntos de la reforma de Peña Nieto que más rechazo generó en el magisterio nacional, pero mantiene las evaluaciones como un mecanismo objetivo para el ingreso y la promoción.

Eliminado ese punto, se cumple con una de las exigencias de la base sindical. Sin embargo, la CNTE, que son aliados políticos del presidente, quieren regresar a la reforma anterior de Peña Nieto, la cual les permitía el control de la asignación de plazas –entiéndase venta y la posibilidad de heredarlas--, así como la administración de la nómina educativa –miles de millones de pesos aplicados a movilizaciones políticas-.

Elba Esther quiere lo mismo, de ahí su posición refractaria a la reforma educativa, producto del Pacto por México y la principal razón política de su arresto en el 2013. Libre de la cárcel, como pago al favor político de la creación de las redes progresistas que ayudaron en campaña a AMLO, descalifica la reforma educativa de la cuarta transformación, llamándola “reformita” o “la misma gata revolcada”.

Básicamente, estos dos entes bregan y luchan por recuperar intereses espurios que afectan directamente la calidad de la educación de millones de niñas, niños y jóvenes. De ahí la importancia de que el legislativo aprueba una reforma educativa que salvaguarde el componente de calidad vigente en el artículo tercero constitucional.

No puede ser, como dice el presidente, que si no se aprueba su reforma regresa la legislación anterior a la del 2013, cuyas fallas permitían la venta y herencia de plazas, así como el control de la nómina educativa por grupos subversivos que lucran con la educación y dicen abanderarla, cuando en realidad sólo se movilizan por consignas políticas y hacen de la violencia su principal herramienta para conseguir sus objetivos políticos: mantener sus privilegios de grupo.

El presidente y la mayoría parlamentaria de Morena no puede dejarse chantajear por un exiguo grupo –una sección del SNTE, denominada la CNTE, sólo una de más de veinte existentes- que dice representar al magisterio, siendo que éste, en su monumental mayoría, se encuentra en las aulas dando clases y cumpliendo con sus responsabilidades. ¿Por qué, entonces, ceder ante este melanoma de la democracia?

Tanto Elba Esther y la CNTE deben entender que no tienen cabida en el México contemporáneo. Son figuras anacrónicas de un momento del desarrollo de las estructuras de gobierno, elementos que deben corregirse dentro del proceso de perfeccionamiento de las instituciones públicas. Darles poder y dejar que se revitalicen, sería un primer error grave y quizá el más significativo de la cuarta transformación, pues afectaría a las generaciones futuras.

Dos puntos

Una pregunta: ¿qué reforma educativa presupuestaba más recursos a la calidad de la educación: la Peña o la de AMLO? Ese debería ser un elemento indispensable de análisis y valoración.