VIVIR CON AGRADECIMIENTO
Hola, amigas:
Los últimos fenómenos naturales que han azotado a nuestro planeta, como los ocurridos en Indonesia, Haití, Chile y recientemente en Japón, demuestran lo globalizado del mundo, pues toda tragedia tiene consecuencias para gran parte de la humanidad, lo que me lleva a reflexionar sobre la vida y lo vulnerable que somos ante estas catástrofes.
Lo primero que me vino a la mente es que nunca debemos dar por sentado el hecho de estar vivos, podríamos no estarlo; parece una obviedad ¿verdad? Y sin embargo lo olvidamos con frecuencia.
Una enseñanza básica en las prácticas espirituales es mantener siempre una actitud agradecida hacia la vida, al margen de lo gris o negro que parezca el horizonte. En mi situación personal, he descubierto que buscar un momento, en cualquier lugar y a cualquier hora, es bueno para agradecer las experiencias vividas.
Gratitud es lo que sentimos cuando entendemos que se nos ha concedido una gracia divina, y una gracia es algo que se nos otorga sin que lo merezcamos de modo particular. Se trata pues de una cuestión gratuita, de un don, de un carisma.
La vida, sin lugar a dudas, es por sí misma una gracia, no sólo por el hecho de estar vivos, sino porque también podríamos no haber nacido nunca; y sin embargo aquí estamos. Es decir, quien quiera en que ustedes crean, en función de la religión que profesen, nos regaló el don de la vida… y por ese don debemos estar muy agradecidos.
Aun quienes hemos sufrido uno de los máximos dolores que el destino puede deparar (la muerte de un hijo o hija, en mi caso), cuando nos cuestionamos si hubiéramos preferido que ese ser no hubiese existido nunca, para no verle sufrir ante una terrible enfermedad, respondemos con absoluta firmeza que no, porque se tiene el agradecimiento a Dios por el tiempo que sí pudimos compartir con ese ser tan querido y maravilloso.
Hoy te propongo algo: cada día tómate 3 minutos para reflexionar y agradecer por las bendiciones que fortalecen tu vida, tanto en el ámbito espiritual, familiar, mental, laboral, físico, social, incluso económico, y te darás cuenta que había situaciones favorables y positivas que pasaban desapercibidas, y poco a poco irás experimentando el efecto gratitud.
Decídete a ser más consiente de tu vida, de ti misma y de lo que vas alcanzando; aprende a estar atenta, a detenerte y disfrutar de los momentos de felicidad, de alegría espontánea y sencilla. Los momentos felices se nos presentan de forma gratuita y sin esperarlos, por ello no debemos perder la capacidad de asombro y agradecimiento ante lo aparentemente pequeño, pero significativo.
Si aprendemos a vivir con agradecimiento cada día y valorar lo que tenemos en lugar de quejarnos por lo que carecemos, nuestra vida seguramente se transformará para bien, de manera asombrosa.
No es difícil, pequeños cambios casi imperceptibles, nos llevarán a nuevas actitudes positivas: siempre demos gracias con una sonrisa, agradezcamos al Creador por permitirnos disfrutar un nuevo día y tratemos de vivirlo de la mejor manera.
Agradezcamos por los alimentos, el hogar, el vestido y el sustento; demos las gracias y ayudemos al prójimo sin esperar nada a cambio (haz el bien sin mirar a quien, nos insistía siempre don Armando Naranjo Garibay, mi padre), disfrutemos de las actividades que hacemos en familia, valoremos el trabajo y el esfuerzo de nuestros padres que siempre buscan darnos lo mejor.
Les aseguro que la gratitud es una de las herramientas más poderosas que podemos desarrollar en función de llevar una vida feliz. Ahora es el momento de ser felices…. ¡Hagámoslo!
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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