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HISTORIAS DEL CENTENARIO

PEDRO PUENTE PÉREZ | Opinión | 16/07/2017

Corrían los años de 1930 cuando a Colima llegaron las primeras sinfonolas, por lo cual los domingos era una fiesta en el centro de la ciudad, pues desde las 8 de la mañana y hasta las 12 de la noche no dejaban de tocar la música de época, ya que los colimenses se daban cita en los portales del centro de la ciudad para ponerle las monedas de 10 centavos por cada pieza que tocaba.

Esta es una de las muchas historias que mi padre me ha contado, pues a sus 104 años de vida aun tiene una memoria lúcida.

Me cuenta que en aquellos años la gente se daba cita desde temprano para comenzar una fiesta dominical, pues familias enteras caminaban por la plaza escuchando la música de las cinco sinfonolas que estaban distribuidas en los tres portales que rodean al jardín Libertad.

"Salía uno de misa de 12 y era bonito, toque y toque las sinfonolas", señala don José Puente Fuentes.

Las sinfonolas comenzaban a tocar desde las 8 de la mañana y hasta las 12 de la noche, y a veces hasta la una de la mañana, se calmaba todo; todo el día se la pasaban tocando, era domingos muy alegres, dice mi padre.

Recuerda que por el año de 1934 llegaron a Colima las primeras cinco sinfonolas las cuales fueron instaladas en los portales, "una en la nevería de Arévalos en el portal Medellín, dos en el portal Morelos y dos en el portal Hidalgo".

Me dice que "cuando recién comenzaron a llegar (las sinfonolas) la gente buscaba a ver quien ponía los discos, ya que eran grandes los aparatos la gente se asomaba buscando quien los ponía".

Recuerda mi padre que por la tarde el jardín se llenaba de gente, familias enteras daban vuelta a la plaza, "los domingos iban 'vendimieros' a vender cañas, confetis, serpentinas, de todo vendían en el Jardín Libertad".

Rememora que "había un 'vale' que llevaba dos garrafones de agua helada y gritaba 'a tres por cinco y a dos, acá están las de tres por cinco y a dos'; un día vendió toda el agua que llevaba, entonces mandó a un hijo para que le trajera más para seguir vendiendo, cuando regresó el muchacho venía a la carrera y le dijo: "papá dice mi mamá que no le mandó nada porque se acedó la masa", ahí se supo que era agua de masa la que vendía, nomás le ponía azúcar y la vendía a 3 vasos por 5 centavos y uno solo a 2 centavos".

A estas fiestas dominicales llegaba gente de todo Colima, llegaban las familias enteras a dar vuelta en el jardín, se revolvían viejos, viejas, muchachas y muchachos.

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