PARACAÍDAS

ROGELIO GUEDEA | Opinión | 08/06/2017

ESTO NO ES LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

El pasado 7 de junio se celebró el Día de la Libertad de Expresión. El tema amerita varias reflexiones porque, hoy más que nunca, la idea de la libertad de expresión en Colima está tristemente malentendida. Para empezar, hay que decir que no existe ni la mínima indispensable que concite su razón esencial de ser, pues ésta no se puede considerar como tal si la mayoría de medios de comunicación de la entidad se encuentran bajo el yugo del poder de Estado (tal como sucedió en la Veracruz de Javier Duarte, en la Tamaulipas de Yarrington, en la Coahuila de los Moreira, etcétera). Para que quede claro, seré más gráfico y específico, de forma que no sobra decir que los medios de comunicación aliados al gobierno del estado de Colima son: Diario de Colima, Ecos de la Costa, El Mundo desde Colima, Colima Noticias y AFmedios, los más visibles, quienes condicionan la libertad de expresión al primitivo principio de: “si lo que vas a decir es contra el gobierno, búscate otra libertad dónde expresarte”. Qué triste, por ejemplo, que el considerado decano de la prensa colimense en nuestro estado, el Ecos de la Costa, antes bajo la digna dirección de un hombre honorable y verdaderamente culto como lo es don Ernesto Terríquez Sámano, esté hoy convertido en una simple gacetilla gubernamental que no hace sino reproducir los dictados que emanan de algunas de las oficinas del gobierno de Nacho Peralta, entre ellas, por supuesto, la de la malograda Comunicación Social. Esto es triste, sí, pero más triste es aún que su actual director,  Miguel Agustín Trujillo, joven ególatra que ha reducido el periodismo a una insustancial y sempiterna selfie, siga creyendo que esa comisión priista que le dieron en este rotativo es, en realidad, un lugar en el Parnaso. Alguna vez apoyé con gusto a éste y a otros jóvenes afines a él precisamente por la forma en que usaron su libertad, por su arrojo, porque fueron contra sus propios convencionalismos sociales y culturales, hoy los cuestiono precisamente por lo contrario: por adláteres y por acomodaticios, y porque necesitan el arropo del gobierno para sentir que valen realmente algo, de ahí que ahora henchidos de soberbia pretendan ningunear a quien sea. Si bien el resto de los periódicos antes mencionados adolecen, con sus matices, de lo mismo, (ahí está el caso de un corifeo del gobierno estatal llamado Pedro Castillo Valdez, a quien más allá de los muros de su casa nadie conoce ni mucho menos respeta), me preocupa lo que pasa en el Ecos porque los jóvenes y no tan jóvenes (en el sentido de todavía salvables) que participan de y en estos medios no saben (o no quieren saber) lo dañino que es este yugo para su verdadera libertad, que tanto profesan y sobre la que tanto pontifican. No sólo la libertad de expresarse, sino incluso la libertad de pensar y de crear, la libertad de decidir sobre ellos mismos e incluso contra ellos mismos. Cuando algún día quieran correr -óiganlo bien- ya no se podrán quitar esa cadena que tienen atada al cuello, porque la cadena la tendrán encarnada, y se sentirán muy bien con ella ahí, y tal vez nunca se den cuenta de que no hicieron nada perdurable en la vida, porque no hay cadena atada al cuello que nos permita hacer algo perdurable en la vida. El sistema corrompedor habrá triunfado, como lo hace hasta ahora. Mi labor es que esto que les digo lo puedan ver y sentir y asumir de verdad, lo puedan pensar y reflexionar más de una vez porque, aunque no lo crean, les hago más bien yo -que les subvierto sus principios - que el sistema que los usa y que tanto, inconsciente o deliberadamente, defienden. Cómo podrán ser ellos los encargados de una comisión de periodistas si su idea del periodismo es la de la reverencia gubernamental, lo cual ofende a los periodistas realmente libres, que es para quienes yo escribo esto y  quienes realmente necesitan protección, además de ser los que en realidad urgen a nuestra sociedad. Yo no soy, pues, el enemigo a vencer. Ni tampoco el enemigo a vencer es el sistema que ya los tiene secuestrados. Son, queda claro ya, ellos mismos. Ojalá lo entiendan a tiempo.

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