NIKLAS LUHMANN, INCLUSIÓN POLÍTICA Y ESTADO DE BIENESTAR
En 1993, el filósofo alemán Niklas Luhmann publicó Teoría política en el Estado de Bienestar, libro que tuvo como fin dar respuesta a la crisis política (incluida la relacionada con la democracia) con base a la teoría de los sistemas sociales, desarrollada por el propio filósofo. La idea esencial era llevar a cabo una reflexión sobre la función de la teoría política en la sociedad (el paso del “Estado Social” al “estado de Bienestar”) y el éxito o no que el sistema político tenía para dotar a cada ciudadano del mínimo bienestar, objetivo principal de todo quehacer político, que en la actualidad parece haberse alejado desorbitadamente de tal misión. De acuerdo a las ideas de Luhmann, el fallo de la política como sistema (entendido aquí éste como “todo lo que es capaz de mantenerse constante respecto de un entorno altamente complejo”) ha sido la no inclusión de la sociedad a la cual le debe su razón de ser. Los políticos, por ejemplo, en quienes recae de forma directa la responsabilidad de este sistema, han atendido intereses privados en lugar de bienes comunes y, con ello, han imposibilitado el tránsito real a este incluyente Estado de Bienestar del que habla Luhmann. La política que puede realmente transitar al verdadero Estado de Bienestar, según el también autor del ya clásico Poder, es aquella que tiene como principio la inclusión, pero “no la que supone sólo, de ninguna de las maneras, el aseguramiento y el acrecentamiento continuo de unas condiciones mínimas de bienestar, sino en gran medida también la aparición de problemas especiales de distinto género, que pueden ser graves para quienes resulten encontrarse en determinadas situaciones”. Depositario de este sistema político, que incluye otros sistemas y subsistemas (económico, educativo, cultural, etcétera), es el propio Estado (“situación organizativa de la sociedad”), que ahora se ha convertido, en muchos países, en el principal obstáculo para la concreción de este progreso humano. Para Luhmann, un verdadero Estado de Bienestar implica no sólo dotar de las condiciones mínimas de subsistencia a cada individuo sino, sobre todo, estar alerta para aquellas que todavía ni siquiera se atisban en el complejo entramado social. El Estado de Bienestar tiene que ir, por tanto, delante de las problemáticas cotidianas y, para enfrentarlas, debe ser incluyente de todos los sistemas y subsistemas que lo conforman. Aunque Luhmann no lo dice explícitamente, la severa crisis moral del sistema político (sobre todo en aquellos países permeados por la corrupción de sus instituciones de Estado) es el principal impedimento para este tránsito hacia el bienestar social, que vive en la actualidad uno de los peores momentos de su historia.
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