BAÚLES

RICARDO SÁNCHEZ ARREGUÍN | Opinión | 29/08/2016

Peña Nieto y Juan Gabriel

Toda sociedad, desde la antigüedad, ha tenido sus personajes populares. Populares, por el conocimiento y la empatía con la mayoría de la gente. Es válido. De hecho, grandes obras literarias, por cierto anónimas, trascendieron gracias a los cantores populares o trovadores, llamados también juglares, que dieron vida a figuras y hechos, de generación en generación, hasta que fueron llevadas a los cantos, raíces de nuestro idioma español.

Pero en nuestro país, de guacos y desmadre, los aparatos mediáticos -aliados o puntales del poder público que amasa y se roba grandes fortunas producto de nuestro esfuerzo aportado en impuestos- aprovechan muy bien esa vena y resaltan a José Alfredo Jiménez, Pedro Infante y Cantinflas, sobre José Vasconcelos, Carlos Monsiváis, Alfonso Reyes y hasta el mismo colimense Gregorio Torres Quintero, que desde 1981 descansa en la Rotonda de Personajes Ilustres.

Si fuera al revés, otro gallo cantaría. Tendríamos mejor Patria, con ciudadanos informados y ocupados por construirla, erradicando hasta nunca jamás a la clase política y empresarial depredadora y mezquina.

Pero, como lo dijo, en mala hora, el LordAudi de las redes sociales: esto es México, señores.

Un gobernante está obligado a rendir cuentas. Y el jueves le toca su Cuarto Informe a Enrique Peña Nieto, quien ya perfila a Luis Videgaray -jefe político del gobernador colimense Ignacio Peralta- a la candidatura del PRI para el Estado de México, antesala de la pelea presidencial del 2018.

¿Qué cuentas iba a rendir, si el desastre de este país no tiene discurso que valga?

Y me auxilio de la palabra “iba”, porque la muerte del divo de Juárez, Juan Gabriel, ya robó cámara, o levantó la cortina de humo suficiente para una semana. De eso ya se encargan los emporios mediáticos de radio y televisión.

Que vengan más gasolinazos y alzas en las tarifas de electricidad para los millones de hogares. Vaya, señores Ignacio Peralta y diputados locales de todos los colores: ¿qué están esperando para aventarnos el placazo de una buena vez?