COMM-POLITICS

ALEX CARBAJAL BERBER | Opinión | 30/06/2016

MÁS VIDAS TIENE EL “GATO”

Hay hambre de huesos en cierto sector del PRI y posiblemente en varios de los partidos satélite que acompañaron al tricolor en la candidatura de Ignacio Peralta Sánchez, durante la elección extraordinaria por la gubernatura del estado.

Al menos eso es lo que se evidencia en la impaciencia mostrada en torno a la repartición de delegaciones federales en Colima para lo que queda del sexenio de Peña Nieto, ante los pocos cambios que hizo el Ejecutivo con respecto al gabinete del interinato, sin olvidar que entre las pocas caras nuevas del aparato estatal hay poco priista “de cepa”, e incluso un secretario que fue ex dirigente blanquiazul en Nuevo León.

Y pese a que el mismo gobernador Peralta Sánchez fue a prometerles el sol, la luna y las estrellas a los priistas de la entidad apenas el fin de semana anterior, en el acto de graduación de la escuela de cuadros del PRI, un par de días antes hubo una mano negra que intentó sacar jugo –con la posibilidad de que haya sido “fuego amigo”– de la auditoría realizada por la empresa PricewaterhouseCoopers, que derivó en el “Libro Blanco” de 2014, 2015 y del 01 de enero al 10 de febrero de 2016, documento que fue altamente vitoreado en un comunicado oficial, como si dicho análisis financiero generara dinero para el bolsillo de los colimenses.

Pues la mano negra propició una estrategia desleal, descortés e impropia de la cabalidad política: atentar contra la familia. De repente, apareció mediáticamente información sobre obras ganadas en un proceso de licitación, por la constructora de uno de los hijos del delegado federal de la Sedesol en Colima, Carlos Cruz Mendoza.

Ante el intento evidente –claro, “cristalino como el agua”– por desestabilizar su posición en una de esas delegaciones que son consideradas de las pocas joyas de la corona en cuanto a las ramificaciones que el gobierno federal tiene en nuestra entidad, Carlos “El Gato” Cruz tuvo que salir a apelar su condición de padre y poner en la mesa las cartas que buscan acreditar la ausencia de conflicto de interés, argumentando que ninguna de las obras que se mencionan “forman parte del catálogo de acciones de la Sedesol”.

Carlos Cruz ya sobrevivió al “silveriato”, donde fue un hombre muy cercano al Ejecutivo; posterior a eso tomó un puesto como Legislativo federal, y después se hizo cargo de la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto en Colima, lo que en un partido como el PRI tiene mucho peso. Sin embargo, esta tormenta es apenas una muestra de que hay muchos deseosos de ocupar su cargo. Tendrá que apelar al mito: “más vidas tiene el Gato”.

Pase de salida…

No cabe duda que al alcalde capitalino Héctor Insúa lo ven con recelo por cómo ha llevado su proyecto municipal. Los ataques en contra de su administración llegan desde diversos puntos, buscando la desestabilización política, y sobre todo la de mermar su imagen; bien saben que su crecimiento es exponencial, y siendo alcalde capitalino, podría convertirse en un candidato natural “a la grande”, pese a que falte mucho tiempo para pensar en otra elección estatal. Recientemente, la Coordinación de Comunicación Social de Gobierno del Estado quiso ningunear uno de los post de Facebook de la alcaldía, los cuales por cierto están sensiblemente mejor “producidos” que los del gobierno estatal. El tema era la remodelación de la Unidad Deportiva del Tívoli, y la reacción de la administración estatal fue agradecer al presidente municipal “por reconocer el manejo honesto de los recursos, luego de que esta obra la hicimos con recursos propios de la administración estatal y apoyo de la Sedatu”. Lo malo es que no se esperaban una respuesta tan de “guante blanco” de parte de la administración municipal, quienes no solo reviraron y mostraron –con fotografías¬– que el recurso tenía origen federal, sino que enfatizaron en su deseo de “mantener en alto el nivel de coordinación y colaboración interinstitucional en beneficio de los ciudadanos de Colima, auténticos dueños de los recursos públicos”. Las últimas diez palabras pocas veces se verán de parte de una entidad pública mexicana. Son para enmarcarse.