ENTRE LÍNEAS

CARLOS ÁVALOS GARCÍA | Opinión | 29/02/2016

CRIMINALIDAD DESBORDADA: COLIMA, POR EL ESTADO DE EXCEPCIÓN.

Cuando José Ignacio Peralta Sánchez era candidato a la gubernatura del estado, habló de la posibilidad de que en Colima se pudiera establecer el estado de excepción tipificado en el artículo 29 constitucional. Muchos no tomaron en cuenta sus palabras, y solo uno o dos lo criticaron, pero lo cierto es que podría ser una realidad ante la criminalidad que se encuentra desbordada en nuestro estado.

Pero déjeme decirle amable lector, que este término jurídico que fuera acuñado por el alemán Carl Smicht, no es otra cosa que la facultad que tiene un soberano –en este caso el Presidente de la República o el gobernador de Colima- en determinar el enemigo público, considerando la situación extrema en que se encuentra el estado.

Esta decisión se encuentra al filo de la navaja, toda vez que en los últimos dos meses, los asesinados ascienden a más de 100 en plena vía pública, y se determina en voces de la ciudadanía, que son dos los cárteles que se están enfrentando en una guerra sin cuartel.

Ejecuciones a plena luz del día y en sitios públicos que ponen en riesgo a la población en general, como un posible daño colateral, donde una bala perdida puede segar la vida de un inocente, como pasó en el reciente hecho en Tecomán, donde una patrulla en funciones arrolló a dos jóvenes, reflejo que la ciudadanía no está preparada para actuar en situaciones de riesgo.

Es de analizar detenidamente la determinación del estado de excepción, ya que puede llevar posteriormente a un estado de sitio con el fin de proteger el bien público, y preservar el inalienable derecho establecido en la Constitución Mexicana: Proteger la vida de los ciudadanos.

El régimen de excepción es conocido también como régimen de emergencia, y es un método contemplado en la constitución de nuestro país aplicable en caso de existir una situación extraordinaria como catástrofe natural, perturbación grave del orden interno, guerra exterior, guerra civil, invasión, o cualquier otro peligro considerado gravísimo, con la finalidad de afrontarlo adecuadamente.

El país entero es una tumba como consecuencia de las guerras entre cárteles, y nuestro estado se encuentra en la misma situación, clara muestra en nuestro municipio manzanillense, son los dos asesinatos a plena luz del día, el primero el viernes donde murieron dos, y un tercero este domingo donde al abrir la puerta de su casa, lo ejecutaron de 4 balazos.

La expectación de la sociedad es grande. Ve con asombro como el crimen organizado ha llegado a tocar la puerta de las casas vecinas para culminar las ejecuciones. Ya no es en grandes residencias, es en departamentos pequeños en multifamiliares, en zonas populosas, a plena luz del día, la pregunta es: ¿qué más esperan que pase?...

Parece inevitable la presencia de las fuerzas armadas en la ciudad, en la instalación de retenes, que indudablemente causarían molestias a la población en general inhibiendo el libre tránsito, pero todo sea con el fin de devolver a la tranquilidad a nuestras calles. Particularmente los Gobiernos municipales embobados en sus guerrillas políticas, han demostrado su ineficacia con la policía que por el hecho de ser preventiva no interviene en este tipo de conflictos, pero que han sido blanco del crimen organizado, y que incluso en las redes sociales amenazan a elementos de las corporaciones acusándolos de corrupción y ser parte de tal o cual cártel.

Nacho Peralta se ha comprometido a lograr la estabilización de la paz y la reestructuración del tejido social, tarea que no será fácil, se requiere la aplicación del peso de la ley, y la generación de una partida especial en recursos y elementos para reforzar el departamento de inteligencia y logren destruir las células delictivas que asolan nuestro Colima.

La criminalidad está desbordada, el crimen organizado actúa impunemente ante una sociedad desorganizada, que teme por su seguridad y que no hay quien se la garantice. Las instituciones pareciera que permanecen contemplativas ante tanta violencia. Es necesaria la paz social, la pregunta es: ¿cuándo nos la van a dar?... La gente ya no quiere discursos, quiere acciones concretas. Pero por hoy el espacio se termina y como dice Don chuyaco… ¡Adió!