LA ESCALOFRIANTE HISTORIA DE “LA CASA DEL AHORCADO”
Hace ya muchos ayeres, en el barrio de La Estación del centro histórico de Manzanillo, vivía una señora con sus 2 hijas. La mujer trabajaba todo el día, así es de que dejaba encargadas a sus hijas con los vecinos, gente muy buena y trabajadora.
En ese entonces, era cuando en el puerto se dormía con puertas y ventanas abiertas de par en par, sin que nadie se robara nada. La casa donde vivía la joven mujer con sus hijas, era una vecindad vieja y de aspecto tétrico, era de las primeras construcciones que se hicieron en el entonces pequeño puerto de Manzanillo.
Cierta noche, cuando la Mamá de las pequeñas regreso del trabajo, se encontró con la sorpresa de no encontrar a nadie en casa. Como se acostumbraba en esos tiempos, la señora empezó a llamar a las niñas a grito abierto. Casi inmediatamente salieron las niñas de la casa de las vecinas. “¿Por qué no están en su cuarto? ya es muy tarde para que anden en las casas”.
“Mamá, mamá no nos regañes. Un señor estaba en la casa y nos sacaba la lengua.” “Ya no digan nada y métanse a la casa, andes de que les pegue.” Así paso. Al día siguiente, sucedió lo mismo; la Mama no encontró a las niñas en su casa. En esta ocasión, la señora, muy molesta, fue por sus hijas a casa de los vecinos y esta vez la chancliza fue muy fuerte. “Mamá, mamá, ya no nos pegues”, dijo la niña más grande llorando. Ahí en la esquina del cuarto sale un señor colgado de la viga y nos apunta para abajo de la cama.” “No les creo”, grito la mujer enojada. “Ya duérmanse”.
Algunos días después de estos hechos, las niñas se acostaron en la misma cama con la mamá, ya que no querían dormir solas. Tenían poco tiempo de haberse acostado, cuando paulatinamente empezó a bajar la temperatura drásticamente.
“Mamá, tenemos frío, cierra las ventanas por favor.” “Que raro”, pensó la señora, “estamos en tiempos de calor”. Acto seguido, se paró a cerrar las ventanas.
En ese momento, la mujer, sintió la presencia de alguien junto a ella y al mismo tiempo, las pequeñas empezaron a gritar. “iMamá, mamá, en la esquina, en la esquina, ahí está el hombre ahorcado!” La señora temblando de miedo, se acercó a sus hijas y las abrazo fuertemente.
“Ahí, ahí, debajo de la cama, ahí está el oro”, decía la cavernosa voz que procedía de la macabra figura que colgaba de una de las vigas de la humilde casa. “María si sacas el oro que enterré aquí, solo te pido que me reces 10 padres Nuestros y 10 Aves Marías y mandes decir 10 misas para el descanso de mi alma, yo no quiero nada”, dijo.
La asustada señora llorando de miedo rápidamente agarró a sus hijas y salió corriendo de la casa, arrepentida de no creerles a sus niñas y de haberles pegado.
Al día siguiente la señora se cambió de casa, no sin antes contarle todo a un compadre llamado Don Miguel S… Quien días después, escarbó y sacó 3 ollas repletas de doblones de Oro. Con esto el señor se volvió inmensamente rico.
Vale la pena aclarar que Don Miguel le ofreció una parte del dinero a su comadre, pero ella no aceptó.
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