Rogelio Guedea
El Congreso local y la educación
1.- El Congreso local
Una estrategia mediática mal implementada ha intentado generar la impresión de que la fracción panista del Congreso local está conformada por diputados revoltosos y transgresores de la ley. No hay tal cosa y no debemos confundirnos ni permitir que se confunda a la población. Lo que hay es, simplemente, un cambio radical en la gobernanza del recinto legislativo, que hoy, por primera vez en la historia, ha recaído en la mayoría albiazul. Es natural que la transición no se diera de forma tersa e, incluso, es normal que la mayoría de legisladores (que a su vez representa a la mayoría social) se imponga sobre la minoría, aunque ésta (debe decirse) no debería tampoco ser jamás desoída, porque en un régimen liberal y democrático como el nuestro todos cuentan. Dicho lo anterior, lo que tenemos ahora y lo que tendremos en los próximos tres años es un poder con un rostro distinto aunque no con un compromiso diferente, pues éste deberá atender estrictamente las necesidades sociales más apremiantes, que deben estar por encima de intereses partidistas o de grupo, porque de nada le servirá a la población tener una mayoría panista si ésta piensa en función de sus intereses y no, en cambio, en los de la sociedad que representan. Si el Legislativo actuara siempre bajo este principio, no nos importaría si la mayoría es priista, panista o de cualquier otra fuerza política, pues se erigirá en única salvaguarda de los intereses de la sociedad, que es lo que nos ha hecho mucha falta en los últimos años.
2.- La educación
Del congreso local destaca, eso sí, un factor que puede ser un parteaguas para la educación en Colima. Este factor es el cónclave que reúne a, por lo menos, cuatro legisladores que tienen lazos estrechos con la educación en Colima. Estos legisladores pertenecen a tres fuerzas políticas diferentes pero bien podrían dejar esto a un lado para trabajar en un ámbito crucial para el desarrollo de nuestro estado: la educación. Me refiero, pues, a los diputados priistas Federico Rangel Lozano y Héctor Magaña, al panista Nicolás Contreras y al neoaliancista Adrián Orozco Neri. Un trabajo legislativo que los conciliara en favor de la educación colimense, que tanta urgencia nos apela, podría traer sentar las bases constitucionales para favorecer al magisterio local, a los estudiantes de todos los niveles y a nuestras instituciones educativas, en especial a la Universidad de Colima, hoy por hoy nuestra máxima casa de estudios. La educación, lo he dicho y lo seguiré insistiendo, es la única vía para, incluso, resolver problemáticas que parecieran fuera de su propio alcance, como la de inseguridad y financiera que padecemos, porque ésta (la educación) incide directamente en un entorno humano crucial para nuestro desarrollo individual y social: el de los valores, que en este momento se encuentran lacerados. Exhortar sistemáticamente a estos legisladores a que sean los líderes de este cambio debería convertirse en un deber ciudadano y, tal vez, en la única razón de peso para poder demostrar que, más allá de los conflictos partidistas, está el regresarle a la población su estado original de bienestar.
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