ESCANDALOS Y COSAS PEORES. Dos hechos ocurridos recientemente en Colima alcanzan el nivel de escándalo por las implicaciones políticas y sociales que tienen, aunque cada uno con sus diferencias. Hoy trataré esos dos temas en esta columna de culto.
1.Mientras una cuarentena de trabajadores del Supremo Tribunal de Justicia del Estado protestaban por la falta de pago afuera de la sede del Poder Judicial, en el tragadero VIPS que se encuentra a un par de cuadras de distancia almorzaban muy quitados de la pena dos de los magistrados producto del silveriato que, para colmo, se consideran los disidentes del STJE, junto con la abogada Rocío López Llerenas, cuya permanencia en ese poder data desde los tiempos ¡de Griselda Álvarez Ponce de León!
Los dos magistrados de marras eran Bernasno y Miguelito, que detestan al actual presidente del Poder Judicial, Rafael García Rincón, responsable de la falta del pago de la quincena y del aguinaldo de 450 trabajadores, al que alguno de los dos espera poderlo sustituir en un futuro no muy lejano. Cuando eso suceda, por supuesto, no pasarán estas cosas que son causa de pena ajena y que dañan la imagen de pulcritud (jejejé) y eficacia (jojojó) que caracteriza al STJE.
El contraste entre los que pedían que les pagaran su sueldo y los dos magistrados que devoraban sus sagrados alimentos con especial deleite en el VIPS es muy considerable: muy disidentes, muy contrarios a la política de García Rincón, pero ellos sí que ya habían cobrado sus alrededor de 150 mil pesos por concepto de mes y medio de aguinaldo y la correspondiente primera quincena de diciembre, lo que sumó las percepciones de dos meses: 150 mil del águila.
No reclamo que esos dos magistrados disidentes, rescoldos del silveriato, cobren sus emolumentos; pero me parece un escándalo que reciban tan altas percepciones sin que realmente las desquiten. Veamos: el trabajo pesado, si es que así se le puede llamar, corre a cargo de los proyectistas, no de ellos; su permanencia es por siete años, con muy altas posibilidades de convertirse en inamovibles, que no es otra cosa que soltar el hueso hasta que hayan cumplido los reglamentarios 30 años de servicio, por supuesto que con la respectiva jubilación que es una bofetada para los que ganan el salario mínimo, es decir, menos de 3 mil pesos mensuales.
Bien mirado, el caso de los magistrados es más escandaloso que el de los mismísimos diputados –locales y federales—, que aparte de tener que rifársela en una elección constitucional (salvo el caso de los suertudos plurinominales, que van bien amarrados), sólo permanecen en el cargo por tres años. La nueva legislación permitirá la reelección de los legisladores en el futuro, pero igual: de todas formas tendrán que verse sometidos al escrutinio popular.
Los magistrados, en cambio, no se angustian por nimiedades: basta con ser cuates del gobernador en turno (como lo fueron estos dos héroes del mazorquero de Silverio Cavazos) para llegar al cargo, así sea el beneficiario un soberano imbécil. En el fondo, Miguelito y Bernasno son un par de ojetazos que desean quitar a García Rincón para llegar a hacer exactamente lo mismo que hace el actual presidente del STJE, si no es que salen peores. La política de los dos es: quítate tú para ponerme yo.
No es difícil llegar a tal deducción: ¿quiénes eran Bernasno y Miguelito antes de ser magistrados? Respuesta: simples abogadetes al servicio de diputadetes. O sea: no pasaban de ser simples gatos.
2. Es una lástima que sólo hasta que estalla un escándalo político se logren saber cosas que eran desconocidas por la mayoría de las personas. Un ejemplo muy revelador es el del ex diputado del Panal, Esteban Meneses, quien ya fue desaforado para enfrentar el alud de cargos que hay en su contra desde hace tiempo, si bien su último numerito resultó detonante por las agresiones a una mujer con un machete, peligroso instrumento de labor que se considera arma punzo cortante.
Del ex legislador se conocían sus escándalos desde antes de siquiera llegar a arrellanarse en una cómoda curul en el Congreso del Estado, vía plurinominal, cuando su ex colega de cargo y de partido, Jesús Villanueva Gutiérrez, denunció a Esteban Meneses por haber falsificado su firma –en su calidad de presidente estatal del Panal—, precisamente de la cual se valió para poder entrar al Poder Legislativo local en su faceta de tribuno.
Existen más denuncias por otros delitos, todos los cuales retratan de una manera precisa un carácter pendenciero, agresivo y de bebedor compulsivo. La cobarde agresión a una joven mujer con un machete, afuera de un bar, resultó la puntilla por tantos atropellos cometidos por Meneses al amparo de la impunidad.
Los excesos menos conocidos y cometidos por el ex diputado, aunque de índole privado, reflejan el mismo
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