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FEDERICO, EL MEJOR. Como bien diría el clásico: no se hagan bolas, el bueno es Federico Rangel Lozano, alcalde de Colima. Así es como se puede resumir la definición del mejor de los precandidatos del PRI a la gubernatura del estado, a disputarse en junio del 2015, so pena de ser el gobierno de Peña Nieto el que cargue con el triste papel de ser el culpable de la pérdida de una plaza que siempre ha sido mayoritariamente priísta.
No le busquen más: no va a ser candidato a gobernador el yuppie de Nachito Peralta Sánchez, que basa sus esperanzas en el dedazo de San Peña Nieto directamente desde Los Pinos. Tampoco la senadora Mely Romero Celis, que por segunda ocasión espera ser beneficiaria de la equidad de género. Tampoco serán Rogelio El chatillo Rueda Sánchez o el campeón de las pluris federales, Arnoldo Tony Soprano Ochoa González, alguien por el que no votarían ni los que viven en su casa.
Menos deben apostarle los incautos a cartas tan desacreditadas como la del cardenal Juan Sandoval Rafael Gutiérrez Villalobos, que no califica ni para candidato a regidor suplente en Ixtlahuacán; la senadora Itzel Ríos de la Mora (la Scarlet Johansson de los pobres), acelerada de última hora; el higadazo Enrique El Kikín Rojas Orozco, alcalde de Villa de Álvarez; el acapulqueño tropical Nabor Ochoa López, discípulo aventajado de Fouché en el arte de traicionar a todos, o Carlos El micifuz Cruz Mendoza, que cobra sabrosamente como delegado federal de la Sedesol en Colima.
Los mensajes, las señales y la realidad así lo acreditan: después de la lectura de su segundo informe de labores, en un auditorio de Casa de la Cultura lleno hasta el tope el sábado anterior, la figura del presidente municipal de Colima se agigantó ante sus liliputenses opositores internos, que ya no dieron para más. Vamos, Federico Rangel ya no tiene rival al frente en su partido: ya es el líder indiscutible que dará la pelea en 2015 contra una posible alianza PAN-PRD-PT.
La morena, partido propiedad del Santo Niño de Macuspana, de mil amores se sumaría a una mezcolanza partidista en la que ideologías y principios valen pura madre, pero no le va a quedar otra que ir sola y su alma por impedimento legal, pues el 2015 será la prueba de fuego en la que se decide si mantiene su registro o se va a La Chingada (bueno, al menos su dueño, cuyo ranchito tiene tan florido y folclórico nombre).
Más allá de los previsibles ataques de los regidores Nico Contreras Cortés y José Alberto Partida, fue notable la identificación de ambos opositores con el mítico Sísifo, que sube con su enorme carga a la montaña para, enseguida, verla rodar cuesta abajo y volver de nuevo a empezar. La definición de Albert Camus es con la que me quedo de esta definición mitológica: “como metáfora del esfuerzo inútil e incesante del hombre”.
Esfuerzo inútil e incesante –sobre todo del cuñado del alcalde— de atacar a un personaje que ya los rebasó desde hace tiempo: el de Nico Contreras por querer compararse con un gigante; el de José Alberto Partida, zafio bufón que confundió una sesión solemne de cabildo con un debate público entre candidatos, al poner al cachetón y mañosón Virgilio Mendoza Amezcua como ejemplo de trabajo, de cercanía con la gente; en fin, cual Kalimán, de ser tierno con los niños e implacable con las mujeres (¿o era con los hombres?).
Si bien la batalla por la gubernatura del estado se decidirá entre un porteño panista y un capitalino priísta, las plumas mercenarios de Manzanillo no se deben hacer muchas ilusiones. El triunfo no lo da un municipio o al menos una ciudad determinada, aunque la cantaleta de que el puerto es el que inclina la balanza no pasa de ser un mito de aquellos que dejan alzar la voz al pequeño argentino que llevan dentro. El triunfo, pues, se decidirá en cualquier poblado de cualquiera de los diez municipios que conforman nuestra entidad.
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