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LA VISFOCRI ¡FUERA! Recién nombrada como consejera del ridículamente bautizado como OPLE (Organismo Público Local Electoral), merced a una fortuita renuncia que le permitió subir por su ubicación en la lista, en esta columna de culto le dediqué el correspondiente espacio a María Elena Adriana Ruiz Visfocri, bajo un subtítulo que no dejaba lugar a dudas: Las malas artes de Visfocri. Bueno, la nota ahora es que la sacrosanta mujer ya quedó fuera.
De acuerdo a los informes obtenidos, el nombramiento de la consejera del OPLE de marras fue dejado sin efecto por los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), tras analizar el recurso de impugnación que llevó a cabo el CEN del PRI, luego del señalamiento de violación de la equidad de género, además de la inconformidad del tricolor estatal por el pasado de la Ruiz Visfocri, cuando fue presidenta del Tribunal Electoral del Estado.
En fin, por lo pronto la Ruiz Visfocri permanecerá en su cargo de consejera electoral en lo que el INE (Instituto Nacional Electoral) elige al reemplazo entre los finalistas del proceso de selección, que espero sea pronto. Es obvio que no valdrán pataletas, rabietas, escenitas ni demás payasadas, tanto de la propia afectada como por sus cuates del PAN y del PRD, pues la decisión del TEPJF es irrevocable y, por tanto, definitiva.
La bendita mujer, por supuesto, andaba engallada con el nombramiento que milagrosamente le había caído del cielo –se dice que por intermediación del honesto (ajá) senador panista Jorge Luis Güicho Domínguez Preciado—, de ahí que se diera el lujo de echarle puyas a los que la hemos atacado por sus actos, acusándonos de misóginos, recurso facilón que emplean algunas mujeres que creen que por el hecho de serlo no deben ser tocadas por un varón ni con el pétalo de una cuartilla.
Así, para supuestamente darle mayor peso a su argumentación contra los misóginos –que son atacados también por los periodistas mandilones—, la Ruiz Visfocri invocó el nombre de Griselda Álvarez Ponce de León, que fue la primera gobernadora de un estado en el país.
Por supuesto, la Ruiz Visfocri, víctima de un repentino Alzheimer selectivo, sólo dijo lo que le convenía. En efecto, Griselda Álvarez fue la primera mujer gobernadora de México, pero ella fue producto de la imposición más autoritaria que se recuerde del viejo PRI, que nada tuvo que ver con la democracia, que es lo que ponderaba la aún consejera del ridículo OPLE.
Así, pues, para solaz y esparcimiento de los lectores, reproduzco los primeros cuatro párrafos de la columna en la que me referí a la Ruiz Visfocri en cuanto ella recibió de chiripada su nombramiento de consejera en el ridículo OPLE:
En su momento, en esta columna de culto la señalé como la versión femenina de El Grinch, que intentó robarse la Navidad; pero, al contrario del personaje creado por el Dr. Seuss, María Elena Adriana Ruiz Visfocri nunca se volvió buena. Y con esa personalidad negativa a cuestas llega ahora como consejera del ridículamente conocido –por su acrónimo— como OPLE (Organismo Público Local Electoral).
La Ruiz Visfocri, a la sazón presidenta del Tribunal Electoral del Estado, intentó también robarle la Navidad del 2003 a los priístas de Colima, al pretender cambiar los resultados que favorecían a Gustavo Vázquez Montes y beneficiar al panista Toñito Morales de la Peña. Lo quiso hacer la bendita mujer sólo en Tecomán, cuando tendría que haberse nulificado la elección completa.
La intención de la Ruiz Visfocri no era anular la elección, sino sólo algunas casillas del municipio de Tecomán para revertir el triunfo de Vázquez Montes y entregarle el poder a Toñito Morales. O sea: la buena mujer quiso arreglar en la mesa lo que el panista no pudo en las urnas. La nueva elección, pese a que el panucho iba reforzado por el PRD (que mandó al diablo a JOA, JOA, JOA), confirmó que la victoria del tecomense había sido legítima desde la primera vez.
Como quiera que sea, ese fatídico día, muy cercano a la Navidad del año 2003, hizo que miles de colimenses pertenecientes al PRI –e incluso sin ser priístas— odiaran a la que les amargó las fiestas navideñas con su descarado robo en despoblado. Y Toñito Morales, que presumía de muy demócrata, ni pío dijo ante la monumental canallada de la Ruiz Visfocri. ¡Cómo iba a decir algo, si él era el principal beneficiario!
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