CONCIERTO POLÍTICO

BIBIANO MORENO MONTES DE OCA | Opinión | 14/10/2014

LOS ESPERPENTOS. Igual que los personajes esperpénticos de la película Balada triste de trompeta, del cineasta español Alex de la Iglesia, se comporta la mayoría de los precandidatos del PRI a la gubernatura del estado en Colima. En nuestra realidad actual el final es impredecible, a menos que sea el abanderado priísta el que está considerado “candidato del pueblo”.

Es obvio que en todos los partidos andan en la misma con la definción hecha en esta columna de culto: esperpénticos son la mayoría de los precandidatos del PRI, pero también los dos del PAN. El PRD no tiene a nadie a la vista, a la espera de jalar a alguno de los priístas resentidos, fiel a su tradición de recibir en esta temporada cascajo, escombro, chatarra, hojarasca, vidrio molido y aserrín.

En Morena, el partido propiedad del Santo Niño de Macuspana, fue designado mediante “democrático” dedazo el general Francisco Gallardo, hasta ahora el más esperpéntico de todos.

Veamos: excepción hecha con el profesor Federico Rangel Lozano, presidente municipal de Colima, en el PRI son precandidatos esperpénticos la mayoría de los otros nueve que también fueron enlistados con esa categoría. Así, salvo tal vez el caso de la senadora Mely Romero Celis, que sólo resultaría favorecida por razones de equidad de género –pero al menos no sería tan mal vista—, el resto es de vacilada.

Al respecto, sólo me voy a referir a los dos que más se han mencionado en estos días, merced al coro que le hacen sus paniaguados, paleros y coleros. Por un lado, José Ignacio Nachito Peralta Sánchez, el yuppie subsecretario de la SCT; por el otro, el campeón de las diputaciones federales plurinominales (esta es la tercera vez del angelito), Arnoldo Tony Soprano Ochoa González, por el que ni en su casa votarían.

He señalado en otra ocasión que Tony Soprano Ochoa González no busca ser candidato a gobernador del PRI: sus posibilidades de triunfo son prácticamente nulas. Sin embargo, el tipo se quiere cotizar alto para más tarde poder negociar a su favor la dirección general de API, que maneja un presupuesto anual diez veces superior al del gobierno estatal, sin contar que es el lugar donde se pueden hacer los grandes negocios.

Al pirruris de Nachito Peralta le urge ser el candidato tricolor a la gubernatura del estado, si bien su principal apuesta es el dedazo presidencial, como en los mejores tiempos del antideomocrático, verticalista y monolítico PRI, cuando ese tipo de prácticas fue precisamente lo que provocó que en el 2000 el PAN lo echara a patadas de Los Pinos.

Un buen candidato es ese que tiene el mayor respaldo de la población. Ningún partido se puede arriesgar a lanzar como su abanderado a un sujeto rechazado hasta por los que fueron sus antiguos aliados, como es el caso del yuppie de Nachito Peralta. El subsecretario de la SCT no es popular, no tiene arraigo y es repudiado por su elitismo, además de no pasar del cuarto sitio de las preferencias en todas las encuestas; luego entonces, el sobrino favorito de La jaula de las locas no es opción.

Del resto de los precandidatos del PRI no hay mucho por agregar: sólo diré que el cardenal Juan Sandoval Rafael Gutiérrez Villalobos es un pobre diablo que lo único que tiene es dinero. Por eso reitero lo que ya señalé en otra columna: si se busca al candidato más popular (que ganan elecciones), el indicado es Federico Rangel; si lo que se quiere es la imposición mediante un dedazo, entonces ahí está el pirruris de Nachito Peralta. Pero este último sombrío y esperpéntico escenario nunca se dará.

En cuanto al PAN, sus esperpénticos precandidatos son dos: el senador Jorge Luis Güicho Domínguez Preciado Rodríguez y el cachetón alcalde porteño Virgilio Mendoza Amezcua. La del primero no pasa de ser una broma de muy mal gusto; el segundo le ha confesado a sus cercanos que se hará a un lado si el PRI lanza como su candidato a Nachito Peralta, lo cual nos habla del tamaño de los negocios en común que hay por cuidar en Manzanillo.