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¿Y LOS ESTUDIANTES DE COLIMA EN EL 68?
Mientras el mundo se debatía en una revolución cultural patrocinada desde lo intelectual por Sartre, el Che, Mao, Marcuse y Bakunin y en los hechos con Malcom X, Luther King y Kennedy, inspiraciones humanistas de la época, también caían sus contrarios como Johnson De Gaulle y Wilson y con ellos las grandes barricadas que reprimían, sometían, negaban y ocultaban a una parte viva de la sociedad, los jóvenes, los estudiantes mujeres y hombres que luego de la segunda guerra mundial exigían ser escuchados en su proclama por la paz de la humanidad, la igualdad racial, la equidad social y el amor contra las guerras.
Fundada el 4 de enero de 1955, la Federación de Estudiantes Colimenses (FEC) en Colima, ya con una docena de años bajo el liderazgo de su fundador Humberto Silva Ochoa y ya consolidada como organización estudiantil buscaba dar el siguiente paso para el que ya dirimía sus propias guerras y no precisamente al interior o contra el gobierno, en aquella época encabezado por Pablo Silva García (1967-1973), sino al exterior y contra su única oposición, la que representaban los estudiantes adheridos a la Confederación Nacional de Estudiantes de Colima, la CEC y era por el control absoluto de la plaza.
El invierno de ese 68 la capital colimense escuchaba los tambores de guerra tras la voz del dirigente estudiantil universitario el joven Felipe Chávez Carrillo quien al frente de una turba de adolescentes advertía lo que podía venir en caso de que desde el Gobierno del Estado se siguiera instigando y dividiendo al estudiantado, para sobre el dicho actuar en consecuencia entre choques, reyertas callejeras y demás hechos violentos que no sin razón, corridos los tiempos, obligaron al gobernador a intervenir sin mayores resultados ante la radicalización de posiciones establecidas por la FEC quienes ya con J. Rosario Mejía en la dirigencia, denunciaron que un diputado y gente cercana al gobernador continuaban alebrestando a la comunidad estudiantil contra de su agrupación.
Era mayo y las cosas se ponían peor en Colima, las agresiones de un bando y otro eran el pan de cada día y ninguno daba o pedía cuartel hasta que entre descalabrados, magullados, carros quemados se llegó al momento de la sucesión en la rectoría universitaria, hasta entonces una posición designada por el Gobernador en turno y por la que prestos, buscando su favor contendían Ismael Aguayo Figueroa, apoyado por la CEC y Mario de la Madrid de la Torre, auspiciado por la FEC. Dilema que dirimido como fue en la mesa dio como designado a De la Madrid y con ello la CEC, con su pasado proclerical, tradicionalista y conservador, lo que la sociedad contemporánea expulsaba, quedaba fuera de la arena aquel 11 de julio de 1968 con la toma de protesta de Mario de la Madrid de la Torre y, en contraparte, la FEC se constituía, con el apoyo político y oficial del Estado, en la única fuerza estudiantil luego de las muestras de rudeza con las que atemorizó al gobierno al haberse dado ya los primeros enfrentamientos graves en la ciudad de México.
Sin una actitud radical, los estudiantes de Colima desde la FEC estuvieron alejados del movimiento estudiantil nacional, aquí el control oficial se impuso. Los disturbios de la capital acá no tuvieron impacto, a lo sumo una marcha de la FEC el 30 de agosto y un mitin del Comité Nacional de Huelga (CNH) el 24 de septiembre en las instalaciones de la U de C; no obstante, una delegación de jóvenes enviada por el Gobernador, encabezada por Cuauhtémoc Chávez Ríos y gente de la FEC y la CEC, hizo acto de presencia ante Díaz Ordaz para “reiterar el apoyo de la Juventud Revolucionaria colimense a su discurso contra los estudiantes y los disturbios que habían ocasionado contra los juegos olímpicos y la política presidencial en torno a las universidades y los jóvenes”.
No sobra afirmar que la opinión pública colimense estuvo a favor de la violenta represión y contención del movimiento estudiantil, sin que los estudiantes colimenses tuvieran una postura pública al respecto. En síntesis, la FEC fue conservadora respecto al movimiento estudiantil del 68, y sus líderes se ubicaron del lado del oficialismo díazordacista encabezado por el Gobernador Pablo Silva García. De esta manera afortunada, si así se quiere, la FEC, el grupo que la controlaba, logró su hegemonía hasta alcanzar la rectoría y de a posicionarse como “el grupo universidad”, a la postre el más exitoso de los grupos de poder político que han prohijado en la entidad.
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