DE HOMBRES Y RATOTAS. En la novela La peste, el escritor Albert Camus sostiene que la plaga que comienza a azotar a la población en la que vive su personaje central (ciudad que, por cierto, queda atrapada con las fronteras naturales, además de los cordones sanitarios), las primeras que comienzan a morirse son las ratas. Aquí, en cambio, las ratas son las primeras en abandonar a su precandidato, sin distinción de partido.
Al senador Jorge Luis Güicho Domínguez Preciado Rodríguez, con todo y que lo respalde otro bribón de siete suelas como lo es Maderito, prácticamente ya se le puede considerar desde ahora como un cadáver político. El que se dice originario del municipio colimense de Coquimatlán –parece guerrerense— no compagina para nada con las arraigadas costumbres de los panistas tradicionales; entre otras, la decencia.
Como quiera que sea, desde antes de que prendiera su proyecto de ser el primer beneficiario de las concertacesiones del PAN con el PRI de Peña Nieto, muy pocos apostaban un cacahuate por Jorge Luis; entre ellos, el desaparecido Humberto Silva Ochoa, que al final se reveló como panista de closet. En la más reciente columna oficial de Ecos de la Costa se refrendó la tesis que apoyaba HSO, al hacer la fenomenal “revelación” de que Güicho Domínguez Preciado es “víctima” de una campaña de desprestigio emprendida por el tricolor.
En fin, lo del senador Jorge Luis ya es historia antigua. Hoy, empero, las miradas están puestas en el cachetón Virgilio Mendoza Amezcua, presidente municipal de Manzanillo, al que el destino le dejó libre el camino para poder ser el abanderado del PAN a la gubernatura del estado. Así, no sólo los panistas que pudieran haber estado comprometidos con Güicho Domínguez Preciado ya lo abandonaron a su suerte –puesta su vista en el nuevo sol blanquiazul—, sino que ahora hasta en el tricolor le surgieron admiradores.
En el Diario de Colima, por ejemplo, sus directivos ya se decepcionaron de su gallo José Ignacio Nachito Peralta Sánchez, quien no pudo dar el estirón a pesar de su cercanía con el presidente Peña Nieto, razón por la cual salieron en estampida a ponerse a las órdenes del mañoso cachetón Virgilio Mendoza. Negocios son negocios, sería la divisa de Héctor Tacones lejanos Sánchez de la Madrid y del porro Fernando El nene Moreno Peña.
Pero no sólo las ratas directivas de La jaula de las locas ya fueron a ponerse al servicio del mañoso cachetón Virgilio Mendoza (al que prácticamente se considera el candidato del PAN para los comicios del 2015), sino que también andan en las mismas algunos empresarios que han sido beneficiarios del PRI durante muchos años, aunque ahora se sienten menospreciados.
Uno de los entusiastas promotores de irle a rendir tributo al mañoso cachetón Virgilio Mendoza es un empresario que fue secretario en la administración del capo de tutti capi Moreno Peña. Por su cercanía con el chaparro infernal, el tipo apoyó sin ningún recato la precandidatura de Arnoldo Tony Soprano Ochoa González en el sexenio pasado, con el consabido resultado de ser congelado en el actual. Así, más que por corrupto, a ese empresario simplemente ya no le tocó nada por pendejo.
Pero de esa clase de individuos que tenían la camiseta tricolor bien puesta mientras mamaban a dos manos del presupuesto estatal, que se sienten relegados, marginados y hasta castigados, es de los que recibirá el apoyo en breve el mañoso cachetón Virgilio Mendoza.
La naturaleza, pues, es muy sabia: las ratas de cuatro patas son las primeras en salir a la superficie a morirse cuando ocurre alguna eventualidad que pone en peligro a todo ser viviente, como sucede en la novela La peste; pero con las ratas de dos patas pasa lo mismo que con los roedores marinos: son las primeras en abandonar el barco cuando la nave comienza a hacer agua.
Los barcos del priísta Nachito Peralta y del panista Güicho Domínguez Preciado ya andan a la deriva. Y la desbandada de las ratas está a la orden del día.
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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