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NACHITO, SERVIL. Es curioso que un tipo al que no le tocó vivir los tiempos del presidencialismo, ese del “sí-señor-presidente-lo que-usted-diga”, sea tan devoto del anacrónico sistema que llevó al PRI a perder el poder –retenido por espacio de 70 años— en el 2000. Digo que es curioso porque cuando José Ignacio Nachito Peralta Sánchez se decidió por incursionar en la función pública, el PAN era el que gobernaba al país.
El perfil de Nachito Peralta es el de un panista promedio. De hecho, en el 2003, cuando PRI y PAN se disputaban la gubernatura del estado, el hoy subsecretario de Comunicaciones de la SCT no tenía mayor conflicto: había sido invitado a participar en el gabinete estatal de cualquiera de los ganadores, es decir, lo mismo le daba irse con el priísta Gustavo Vázquez Montes que con el panucho Toñito Morales de la Peña. Al final se quedó en el tricolor, pero no por convicción, sino por mera conveniencia.
Pero Nachito Peralta se comporta como los viejos dinosaurios del PRI de antaño, cuya actitud abyecta y servil frente al poder presidencial era el pan nuestro de cada día. Era célebre el diálogo que se daba entre el presidente en turno y el lambiscón al que se le solicitaba la hora:
--¿Qué horas son, secretario?
--Las que usted diga, señor presidente.
Ese tipo de servilismo era el que permitía el ascenso en su carrera a muchos que iniciaban en la política, incluso hasta en los que ya iban más avanzados. Así, la consigna era rendirle pleitesía al señor presidente, a fin de más tarde poder obtener la recompensa anhelada: que la diputación federal, que la senaduría, que la gubernatura, que la inclusión en el gabinetazo.
Esos tiempos no los vivió Nachito Peralta, reitero. Por las fechas en las que el PRI aún llevaba a cabo esas prácticas, mismas por las cuales fue echado a patadas en el 2000, el yuppie de marras estudiaba en la universidad inglesa que se encuentra en el condado de Essex, por lo que no las conoció de primera mano: simplemente, le pasaron de noche.
Sin embargo, Nachito Peralta es el ejemplo más acabado del lambiscón que está dispuesto a hacer lo que sea con tal de poder ser beneficiario del dedazo que lo convierta en candidato del PRI a gobernador del estado en el 2015. La clave es tener que aceptar sumisa y abyectamente cualquier instrucción girada por el presidente, su jefazo del alma.
Como ejemplo de lo anterior están las declaraciones dadas por el pirruris de Nachito Peralta ante los participantes en la escuela de cuadros del PRI, donde respondió así a una pregunta que se le hizo referente a sus aspiraciones políticas en Colima:
“Yo haré lo que me ordene el presidente Peña Nieto”. No contento con lo anterior, Nachito Peralta remató así: “En donde estoy ahorita se debe a una decisión exclusiva del señor presidente de la República, y si yo me muevo a donde sea, será también por una decisión del presidente de la República. No le voy a discutir nada al presidente: voy a hacer lo que estrictamente el presidente me diga; y a donde me diga que yo me vaya no se me va a mover ni media ceja, y le voy a decir: ´Sí, presidente, lo que usted ordene´ .
Resulta penoso que Nachito Peralta haga ese tipo de declaraciones: el presidente ocupa de colaboradores, no de incondicionales sumisos. ¿Y la gubernatura? No la merece alguien que la quiere obtener a base de lisonjear a su patrón.
JORNADA EXTENUANTE. La semana pasada fue intensa para el autor de esta columna de culto. Como si fuera una celebridad, me dediqué a dar entrevistas por radio y TV, mismas que fueron subidas a You Tube, Facebook y Twitter. ¿El motivo? La inminente aparición de mi libro de cuentos titulado Preguntando se llega a Roma, que finalmente se presentó el viernes 22 de agosto en el patio central de Casa de la Cultura.
La promoción que se hizo del libro fue exclusivamente en las redes sociales: los medios impresos estuvieron totalmente ausentes, pero quedó claro que no se necesitaron para nada. La asistencia cuadriplicó la que, en promedio, se da en este tipo de actos culturales, sin duda gracias al autor –o sea: yo—, pero por supuesto que también a la presencia de los amigos David Martínez Mora y Miguel Ángel Novela Villalobos.
Los medios impresos, pues, cada vez se vuelven más obsoletos e innecesarios. No se ocuparon para hacerle difusión a mi libro, por cierto el cuarto en mi trayectoria. Los otros textos míos son, en orden de aparición, Comensales malditos, Mujeres por teléfono y Me lleva el tren. O sea: puro cuento.
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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