
EL NIÑO NEGRO. De los diez precandidatos del PRI a la gubernatura del estado, enlistados en Casa de Gobierno hace dos semanas, hay quienes no destacan por nada en particular, si bien su inclusión resulta llamativa por razones diferentes a la aceptación popular o a su competitividad. Un ejemplo así lo tenemos con el acapulqueño tropical Nabor Ochoa López, que nada tiene por hacer aquí y, sin embargo, pudo colarse en la lista.
En 2009, ciertamente, el acapulqueño tropical aún era rentable electoralmente: incorporado de nuevo en las filas del PRI, tras su recorrido por otros partidos y su triunfal regreso –cual bíblico hijo pródigo—, ese año en Manzanillo hubo carro completo: se obtuvieron los tres distritos locales, se ganó la diputación federal del segundo distrito y la joya de la corona, el municipio, quedó a cargo del hoy legislador plurinominal.
Eran los buenos tiempos de lanzar cohetes, aunque en 2012 fue el de recoger las varas: las diputaciones locales, la diputación federal y la alcaldía, posiciones felizmente rescatadas en 2009 para la causa tricolor, tres años después se les fue a los priístas como agua entre las manos. Así, salvo un triste distrito local, además del federal, al artífice de las victorias del 2009 se lo llevó el tren, junto con sus aspiraciones políticas a mediano plazo.
Vueltas de la vida: en 2009, el padre de los triunfos; en 2012, el padre de las derrotas. ¿Cuál es el futuro del acapulqueño tropical en 2015? Incierto, pero eso sí, presiona arriba para alcanzar algo más abajo. Por supuesto, esta vez con todo el lastre de la derrota anterior a cuestas, dado que aquí no se trata de repartir culpas: el responsable de la catástrofe fue única y exclusivamente del diputado federal pluri.
¿Qué nos ofrece Nabor para el 2015? Nada: el tipo está súper desprestigiado, puesto que ni siquiera en Manzanillo –su supuesto bastión— lo quieren por su afición a traicionar a todos. En resumidas cuentas, se trata de una teibolera de la política (con perdón de las bellas): hizo tubo-tubo en el PRI, dio machaca con huevo en el PAN y ahora hace sexis privados en el PVEM. Claro, con el verde y el tricolor pretende subirse a la mesa que más aplauda.
Peor aún: ahora resulta que el acapulqueño tropical salió de piel bastante sensible (y uno que lo creía curtido con una piel de elefante, cuya estructura es tan dura tan dura que adaptarse no puede a la industria del guante, como diría el buen Renato Leduc), al quejarse amargamente de las “plumas pagadas” que lo atacan, actitud que no pasa de ser cínica: si hay alguien del que hacen panegíricos sobre su voluminosa humanidad varios columnistas porteños, ese es nada menos que El niño negro.
Y ahora que el apodo salió a relucir, habrá que hacerle notar a NOL que ya está muy desgastada la historia de que su actual partido –el PVEM— lo podría proponer al PRI para ir como candidato de alianza a la gubernatura del estado, pues no cuenta con el perfil que los dueños de la franquicia verde ecologista exigen en sus candidatos a cargos de elección popular.
Como se sabe, los directivos del PVEM buscan entre sus candidatos que éstos sean iguales –casi clonados— a Jorge Emilio El niño verde González, es decir, que estén güeritos y con ojos de color, como es el caso del actual gobernador de Chiapas. Por obvias razones, el acapulqueño tropical se sale de los parámetros requeridos; en todo caso, a lo más que puede aspirar es a ser El niño negro, que no es lo mismo que ser El niño verde.
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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