CONCIERTO POLÍTICO

BIBIANO MORENO MONTES DE OCA | Opinión | 12/06/2014

OJOS BIEN CERRADOS. Como traje a la medida se toman las declaraciones de Enrique Peña Nieto en el contexto de la lucha soterrada que sostienen los priístas por lograr la nominación de su partido –en alianza con sus aliados naturales— en un total de 9 gubernaturas en disputa en el 2015: “el presidente no tiene amigos”. Obvio: se entiende que no habrá amistad que valga cuando se trate de retener el triunfo en las urnas.

No está en mi ánimo darle por su lado a Peña Nieto, pero estoy seguro que habla en serio cuando asegura no tener amigos –cabe agregar: ni familiares— que se puedan ver beneficiados con alguna decisión presidencial en un país que ya logró superare el dedazo, aun cuando sobran los nostálgicos que le apuestan todo a esa medida anacrónica y antidemocrática.

Hay un antecedente que me hace creer que el presidente dice la verdad al declararse políticamente sin amigos para tener que favorecer a alguno de ellos. Lo he escrito varias veces, pero es necesario traer a cuenta el ejemplo más ilustrativo de que Peña Nieto, en efecto, prefiere ser más realista que idealista cuando de triunfar en una elección se trata.

Así, cuando era el pre candidato presidencial del PRI más posicionado, su prueba de fuego era poder sacar adelante su propia sucesión en el gobierno del Estado de México. Su afecto, su amistad y su cariño debieron haber estado con su primo Alfredo del Mazo Maza, alcalde de Huixquilucan, pero al final se decidió por el que le garantizaba el triunfo en los comicios del 2011: Eruviel Ávila Villegas, dos veces presidente municipal de Ecatepec.

En esos momentos sin presidente de la República priísta, a nadie más que a Peña Nieto le correspondía apoyar al que resultara más rentable electoralmente. Pudo haberle dado su bendición al primo, que sí era conocido y no tan mal visto, pero se decidió por el que era garantía absoluta de triunfo. No se equivocó: Eruviel Ávila barrió con sus contrincantes en las urnas, el perredista Alejandro Santaclaus de basurero Encinas y monseñor Luis Felipe Bravo Mena.

Por lo que toca a Colima, no hay ninguna duda: el candidato tendrá que ser el que garantice el triunfo en la elección. Además, retomando las declaraciones del gobernador Mario Anguiano Moreno, el abanderado tricolor será el que haya dado los mejores resultados en el desempeño de su trabajo. Sólo un ciego o alguien con los ojos bien cerrados –como el título de la última cinta del maestrazo Stanley Kubrick— no podría percatarse por dónde masca la iguana.

Algunos de los que siguen con los ojos bien cerrados son los simpatizantes, paniaguados, coleros, admiradores, incondicionales y demás yerbas, de José Ignacio Nachito Peralta Sánchez, sub secretario de Telecomunicaciones, cuyo mayor “mérito” que le han encontrado ¡es precisamente la cercanía que tiene con Peña Nieto y con Luis La galleta de avena Videgaray Caso!

Las otras “virtudes” del yuppie de Nachito Peralta que nos quieren vender sus paniaguados están más manoseadas que una teibolera cuarentona. Una de ellas se refiere a que le ganó de calle la elección a alcalde capitalino a su principal contrincante, pero sin aclarar que se trataba de un cartucho quemado que ya había visto pasar sus mejores años. Así, pues, si no estuvo pactado el triunfo del priísta, por lo menos don Quique Michel Ruiz no puso nada de su parte para dar la pelea.

Para colmo de males, víctima del síndrome de Estocolmo, hoy don Quique Michel resultó ser nada menos que uno de los entusiastas seguidores del que lo apaleó en la elección del 2009, aunque en descargo de Nachito Peralta habría que decir que el panista no metió ni las manos. De cualquier forma, don Quique Michel está en perfecta sintonía con la línea idiotorial marcada por los directivos de La jaula de las locas.

¿Continuarán insistiendo los seguidores del sub secretario de Telecomunicaciones en el pobre “mérito” de la amistad presidencial? El presidente EPN ya le dijo a todo el que lo quiera escuchar que, en política, no tiene amigos. Al menos por lo que se refiere a Colima, sin ser sastre Peña Nieto, el traje fue hecho a la medida del acelerado colimense.