LA CARRERA POR LA GUBERNATURA
Algunos analistas locales han afirmado que la carrera por la gubernatura empezó, digamos oficialmente, con el convite realizado en Manzanillo por el subsecretario de comunicaciones Ignacio Peralta. Yo no lo creo así. Yo creo que las precampañas iniciaron desde el momento en que Morena (que tuvo una accidentada asamblea en Manzanillo, donde hubo hasta gritos) tomó como pretexto la falsa huelga de hambre que realizan siete universitarios para empezar a fustigar a nuestra máxima casa de estudios y al gobierno en turno con una serie de acusaciones que tienen, de suyo, todas las características propias de las guerras sucias que anteceden a las elecciones. Las precampañas, pues, han iniciado, y entonces tendrán que ponerse a la misma altura el resto de los partidos, si no quieren otorgar ventaja. Esta es la instantánea actual: Morena (que, por sacar tajada política, ha cometido un craso error en intervenir en el conflicto del SUTUC) no tiene ninguna posibilidad para 2015. El PRD, aún más dividido después de la amonestación contra Francisco Rodríguez y Rafael Mendoza (quien ya quiere brincar al PAN) tampoco podrá alzar vuelo, y menos ahora que le han cortado las únicas alas que tenían (con Indiria Vizcaíno) para hacer un poco de ruido. El PAN está peor que antes porque actualmente es corderista a nivel local, pero maderista a nivel federal, con lo cual desde el centro la fuerza de Jorge Luis Preciado, se quiera o no, se hará notar, pues es el único que podría dar la batalla real en 2015, pero: ¿lo dejarán tomar la bandera los corderistas colimenses? Yo creo que si se lo propone: sí. Sin embargo, a menos que suceda algo extraordinario, el PRI es el mejor posicionado para retener la gubernatura. Su problema sería su incapacidad para organizar una elección interna civilizada y apegada a las tendencias que marquen los electores. Son muchos los candidateables (Enrique Rojas, Rogelio Rueda, Miguel Ángel Aguayo, Itzel Ríos, Rafael Gutiérrez, Arnoldo Ochoa), pero, de acuerdo a la fotografía actual, hay dos que parecen visiblemente más apuntalados: Ignacio Peralta (por el lado federal) y Federico Rangel Lozano (por el lado estatal). Rangel Lozano, hasta ahora, lo tiene todo a su favor: ha hecho un trabajo intenso, de mucha cercanía con la sociedad, y, además, goza de un prestigio (como persona y como servidor público) irreprochable. Ignacio Peralta, en cambio, tendrá que limar algunas aristas que, lejos de beneficiarlo, lo perjudican: la primera es que se ha generado la impresión de que será candidato más por su cercanía con el centro que por sus propios méritos, la segunda es que lo consideran estrechamente relacionado con el Otro PRI y la tercera es su alejamiento (se quiera o no) de Colima, cuya presencia es aleatoria. Son tres aristas que, por no ser inmanentes a su persona (sino algo que le viene de fuera), serán difíciles de quitar, pues no dependen de él, a menos que imponga una estrategia sólida para combatirlas. Por lo anterior, de todos los actuales candidatos, el que tiene más despejado el camino al día de hoy es el actual edil capitalino, aunque, debido a ello, corra el riesgo de ser el más visible blanco de ataques. Si bien nunca nada está escrito, no olvidemos que toda tendencia de hoy se convierte, muchas veces, en un irreversible presagio.
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