*Necesario conservar el espíritu navideño que con el paso de los años se ha perdido y se da paso al consumismo
Para monseñor José Luis Amzcua Melgoza, obispo de la Diócesis de Colima, la Navidad es tiempo para el perdón, reflexión y el amor, es propicia para el encuentro con Dios, parientes y amigos. Durante estas fechas las familias se unen para celebrar y compartir, esperan la llegada del Niño Jesús y los niños se alegran al recibir sus regalos.
Con el pasar de los años se ha ido perdiendo el sentido de la natividad: que es el nacimiento del Niño Dios, el Mesías, para dar paso al consumismo.
Explicó que la Navidad que "es una historia real", que sucedió en Belén hace dos mil años, gracias al nacimiento de un bebé que muestra la fidelidad y la ternura del amor sin límites con el que Dios rodea cada uno.
"Por esta razón hacemos una fiesta en Navidad, reviviendo la misma experiencia de los pastores de Belén. Junto a muchos papás y mamás que trabajan duro todos los días, afrontando muchos sacrificios, junto con los niños, los enfermos y los pobres, hacemos esta fiesta, porque es la fiesta del encuentro con Dios en Jesús", ponderó.
Indicó que en Navidad, nuestro espíritu se abre a la esperanza contemplando la gloria divina escondida en la pobreza de un Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre: es el Creador del universo reducido a la impotencia de un recién nacido.
Finalmente, monseñor José Luis Amezcua Melgoza expresó que aceptar esta paradoja, la paradoja de la Navidad, es descubrir la verdad que nos hace libres y el amor que transforma la existencia.
En la noche de Belén, el Redentor se hace uno de nosotros, para ser compañero nuestro en los caminos insidiosos de la historia. Tomemos la mano que él nos tiende: es una mano que nada nos quiere quitar, sino sólo dar.
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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