CON NOMBRES Y APELLIDOS
El nombre propio es distintivo del género masculino o femenino, el apellido es en esencia el complemento que nos da referencia e identificación con un grupo de personas que llamamos familia.
Pensar en un permuta de apellido es romper con la unidad entre padres e hijos, es romper en teoría con su ascendencia, este cambio es, por más inocente que parezca, un golpe en lo más sensible del ser, sobre todo cuando quien lo pide es un hij@ para romper el lazo invisible respecto de sus progenitores.
Cuando el cambio se requiere por cuestiones de seguridad, por protección de la integridad personal, es aceptable sin dudar, ahora bien, es difícil pensar que existieran otras causas que motivaren a una persona a querer tomar como propio otro apellido.
Recientemente, la Suprema Corte de Justicia de la Nación en nuestro país, ha validado el cambio de nombre cuando esta modificación sea necesaria, cuando se requiera ajustarlo a la realidad social del solicitante.
Quiero pensar que esto no se convertirá en una moda y que solo en casos verdaderamente excepcionales procederá esta medida realizando una seria valoración y a fondo de la situación particular del sujeto que lo solicite.
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