A pesar que se dice que los mexicanos nos reímos de todo, incluso hasta de la muerte, en lo personal las visitas al panteón no son del todo alegres aun tratándose de fechas como el pasado 1 y 2 de noviembre, día de Todos los Santos y día de Muertos o fieles difuntos.
Aunque soy de las personas que acostumbran acudir al cementerio cada fin de semana, durante los últimos cuatro años he tenido la oportunidad de acudir al panteón durante los festivales organizados por el ayuntamiento de Colima como una forma de festejar y de rescatar la tradición del día de muertos.
En estos días he caminado por las noches en el panteón a donde acude gran número de gente, de los cuales, muchos se quedan a velar en las tumbas en donde yacen los restos de sus seres queridos, otros más los visitan por unos minutos o unas horas para después retirarse.
Es casi increíble ver como al otro día amanecen gran cantidad de gavetas adornadas con flores naturales y ratifícales, coronas, globos y gran cantidad de artículos más.
Pero también hay otras que nadie se acuerda de quienes ahí descansan y tal como han estado desde hace muchos años, pasan día de muertos, día del padre, de la madre, navidades sin que nadie las visite ni tan siquiera le de una limpiada, una barrida y, mucho menos, una arreglada.
Me ha tocado ver como por ejemplo la tumba de Filomeno Medina, quien es considerado como la figura más representativa de la Reforma en Colima, no es visitada por ninguna autoridad y ni siquiera se acuerdan de hacerle una guardia o llevar un ramo de flores o una corona en el aniversario luctuoso, muchos menos en el día de muertos.
En el cementerio también están las tumbas, por ejemplo, de Susana Ortiz Silva o de Griselda Álvarez, además de militares, marinos, sacerdotes que, en su tiempo, fueron personajes muy importantes pero que ahora nadie los visita.
Pero aparte de estos espacios hay muchos sepulcros que no son visitados.
Este sábado 2 de noviembre acudimos, por la noche, a hacer el recorrido por las diversas criptas en donde descansan tanto los padres de mi esposa como mi señora madre y mi hermano.
Pero este domingo regresamos para hacer la limpieza correspondiente, los visitantes al camposanto no eran ni siquiera el 20% de los que un día antes por la noche había.
Mi hijo mayor me comentaba: “papá, si aunque sea cada semana viniera esta cantidad de gente (que encontramos el domingo) al panteón luciría muy diferente”, asentí con la cabeza y reflexioné sobre la observación hecha.
Es verdad como nos olvidamos de nuestros seres queridos y no acudimos al lugar en donde descansan sus restos a rendirles un pequeño homenaje, aunque sea cada año, pues cuando estuvieron con vida se preocuparon y trataron de ser las mejores personas con nosotros.
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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