A sus poco más de 82 años de edad, su vida transcurre al igual que hace más de 10 lustros, con un trabajo constante e incansable: Atendiendo a clientes, analizando mejoras en los equipos que fabrica, guiando a sus hijos en nuevos diseños y, las más de las veces, operando un torno industrial.
El es Don Alberto Ruiz Hidalgo, nacido en Jalisco pero avecindado en Colima desde hace 60 años, donde a base del duro esfuerzo y constante tesón, ha logrado consolidar una empresa 100 por ciento familiar, construyendo así un patrimonio laboral del que hoy dependen hijos, sobrinos y nietos, incluyendo a las familias de todos ellos, o casi de todos.
Su empresa se denomina “Moldes de Colima”, una de las pocas en el país dedicada a la manufactura de maquinaria y equipo que se utiliza para la fabricación de precolados, como block, tabicón, adoquín, canaleta para riego, bovedilla, tubo, celosía y teja de cemento, además de otros trabajos como la lámpara artesanal.
“Llegué a Colima a la edad de 22 años, en 1953, contratado por los hermanos Santos, propietarios de una fundición local, para que les hiciera una campana que se instaló en el templo de la cabecera municipal de Ixtlahuacán... Tenía interés por venir a conocer Colima, y tal vez a radicarme, pues tenía conocimiento de que tenía familia por acá”, recuerda.
Otros ejemplos de su habilidad artística, “fueron una campana grande que hice en 1958 y que está instalada en el templo del Sagrado Corazón en Tecomán, y un busto de Adolfo López Mateos, que se encuentra en la escuela del mismo nombre en esta ciudad”.
Ya en 1959, dejó esa fundición para participar con el conocido colimense don Carlos Briceño, “donde elaboré unos trabajos muy grandes, por ejemplo molinos para extraer el aceite de limón”.
Recuerda que por ese entonces, en el puerto de Manzanillo se efectuaba el dragado de la laguna de San Pedrito, donde ahora son los muelles principales de la Administración Portuaria Integral, donde una vez más demostró su habilidad innata para el diseño industrial y artesanal.
“La bomba de la draga se acabó, se agujeró, y entonces tuve la oportunidad de hacer ese trabajo, reponer esa pieza, pues encargarla representaba una gran espera, porque había que ordenar el pedido desde Chicago, y los trabajos no se podían detener mucho tiempo”, señala.
No obstante, y debido a que le interesaba formar su propio negocio, fue en 1962 cuando instaló un pequeño taller de fundición en el “corral” de la casa que habitaba, donde inicialmente se dedicó a la fabricación de placas conmemorativas en bronce pulido.
“Fue por esta misma calle España, en casa de mis suegros, donde además me encontré con la idea de fabricar moldes para hacer celosía de cemento, que enseguida salía a vender a diferentes partes del país, en autobús porque aún no tenía vehículo”, comenta.
La celosía era una pieza de cemento de diferentes figuras, utilizada para hacer divisiones interiores o para cubrir ventanas y dar estética, “por lo que diseñé muchas figuras que fueron aplicadas en hoteles de Manzanillo, y en muchas partes como Nayarit, Michoacán, Sinaloa, lo que fue de 1962 a 1965”.
Fue durante este año cuando, en Manzanillo, comenzó la obra de un hotel, hoy en día de gran renombre: Las Hadas.
“Primero se comenzó a construir el campo de golf, y me mandaron fabricar moldes para hacer los tubos con los que darían fluidez a las aguas que cubrían los pastos… Enseguida, el encargado de esa obra me invitó a formar parte de un grupo de concursantes, para fabricar unas lámparas que adornarían todo el hotel”, indica.
Añade que concursó con sus lámparas, fabricadas en aluminio fundido, “y afortunadamente gané y me tocó fabricar toda la lámpara que hoy en día está en ese hotel, hablamos de 250 lámparas pequeñas y unas 150 grandes, para alumbrar albercas, andadores, restaurantes”.
“De 1965 a 1969 tuve varios trabajos, pero lo grande fue lo de Las Hadas, y seguía con otras piezas de fundición, haciendo también moldes para tubo de cemento, pero viendo que en Guanajuato hacían unas máquinas un poco complicadas para hacer teja de cemento, elaboré entonces una máquina manual, con una técnica más moderna y ágil”, menciona.
Agrega que en ese entonces llega a Colima un residente de obra del gobierno federal, a fin de hacer en las comunidades del estado obras de drenaje, casas de usos múltiples, jardines, entre otras.
“Ese residente era el arquitecto Luis Torices Rojas, si mal no recuerdo de la Comisión Constructora de Ingeniería Sanitaria, a quien le reparaba moldes defectuosos que le mandaban para hacer tubos para drenaje”, refiere.
CONTINUA…
Total de Visitas 277709245
A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
Desarrollada por HMH Sistemas
Template by OS Templates