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SIN MÁS…

PEDRO PUENTE PÉREZ | Opinión | 28/07/2013

“Meño” era un muchacho como todos los demás, alegre, sociable, le gustaba ir a las fiestas pero en la escuela era mucho más listo que los otros alumnos y, aunque no lo demostraba en las calificaciones, sus maestros sabían de su capacidad e inteligencia.

Pasó la primaria y la secundaria sin ningún problema, pues por su capacidad receptora no necesitaba si siquiera repasar los apuntes o libretas para los exámenes y siempre sacaba buenas calificaciones.

“Meño” nació y creció en un pequeño pueblo del estado de Michoacán y por sus cualidades se pensaba que ocuparía el lugar de su padre en un negocio que era conocido por toda la gente del lugar, además que era reconocido por ser un excelente chofer tanto de camionetas dobles rodados hasta de camiones de carga.

Pero desgraciadamente hay cosas que no están previstas, esas cosas que son como una maldición y que acaba con la tranquilidad de una familia, “Meño” comenzó primero a fumar cigarros, después le siguió con el alcohol y, desgraciadamente, las malas compañías lo llevaron a caer en el mundo de las drogas lo cual se convirtió en su perdición.

Cierto día cuentan que se encerró a drogarse en un cuarto abandonado en donde había mesas y sillas de madera, entre sus alucinaciones prendió fuego al lugar y los vecinos, al ver el incendio, trataron de apagarlo cuando de pronto vieron salir de entre las llamas a “Meño”, por lo que le preguntaron que había ocurrido y asustado les dijo que adentro estaba el diablo y por eso se había quemado todo.

Desde ese día ya no volvió a ser el mismo, quedó con un daño severo en el cerebro y andaba por el pueblo divagando, de pronto se quedaba mirando a un cerro cercano y apuntando con el dedo decía que ahí estaba el diablo en forma de dragón y que volaba de lo alto de un cerro al otro.

Un día “Meño” no amaneció en el pueblo, algunos dicen que lo vieron caminando por la carretera y ya no regresó, nadie sabe hasta la fecha si vive, si murió o que fue de él.

Los familiares cuando lo vieron como quedó debido a las drogas trataron de ayudarlo y en diversas ocasiones lo internaron en centros psiquiátricos y albergues para adictos pero regresaba igual hasta que lo fueron descuidando y cuando desapareció no lo buscaron.

Hace años, más de 7, que “Meño” se fue de su pueblo y muchos aun lo recuerdan y cuentan sus anécdotas y aquellos niños que no lo conocieron ya saben que vivió y quien fue.

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