SIN MÁS…

PEDRO PUENTE PÉREZ | Opinión | 14/07/2013

Hay cosas que cada uno disfruta a su manera, algunos el comer, otros el hacer deporte, unos más cantar, bailar y así, la lista puede ser interminable.

Un día, no hace mucho tiempo, conocí a una persona que disfrutaba la época de lluvias y todo por una sola cosa, le gustaba mucho salir a mojarse cada que llovía; lo disfrutaba como niño e incluso se tiraba en plena calle para deleitarse de la corriente que pasaba por la calle de su casa.

Muchos de sus vecinos lo veían como un sujeto raro por disfrutar de las gotas que caían del cielo pero eso a él no le importaba y aún con los comentarios, susurros y miradas en cada lluvia salía a refrescarse.

Él nunca le faltó el respeto a nadie, cuando se bañaba en la lluvia siempre salía con su pantalón corto y camiseta y en cuanto se quitaba la precipitación se metía a su casa, se daba un baño y se cambiaba.

Pero la vida es así, de un rato de placer, de un rato en que se disfruta la vida cambia rotundamente y llega la muerte.

Fue precisamente en una de esas lluvias en que salió de su casa a disfrutar, estaba caminando, corriendo bajo la lluvia como un niño, de pronto resbaló y se golpeó la cabeza contra la banqueta, quedó inconsciente en la corriente de la calle y murió.

En esa ocasión ninguno de sus vecinos se percató que estaba disfrutando de la lluvia y mucho menos que había resbalado y golpeado por lo que no pudieron acudir en su ayuda, fue hasta que la tormenta se calmó y algunos vecinos salieron a la calle cuando lo vieron tirado pero ya no se pudo hacer nada.

Amigos, vecinos y familiares acudimos a su funeral y el detalle más grande en esa ocasión lo dio el mismo cielo pues justo cuando el cotejo fúnebre lo llevaba y faltaban dos cuadras para llegar al panteón las nubes comenzaron a llorar, ese día se dejó sentir una de las tormentas más fuertes de ese año y los acompañantes no se retiraron y lo acompañaron hasta su última morada.

Él disfrutó de la vida, disfrutó de la lluvia y el cielo lo despidió de la tierra con lo que más gozaba, con lluvia y, estoy seguro, ese mismo día el cielo lo recibió también con lluvia.