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SIN MÁS…

PEDRO PUENTE PÉREZ | Opinión | 26/05/2013

La ciudad estaba sola, vacía, así como cuando se pone en los llamados días santos, cuando la mayor parte de las personas se van a abarrotar la playa.

Los autos casi no circulaban, por las calles se podía caminar sin preocuparse de ser atropellado, incluso los niños jugaban futbol en plena calle.

Pero desgraciadamente el vehículo que quisiéramos no pase nunca lo hizo.

Veloz, con la sirena abierta anunciando la emergencia una ambulancia partió las calles de la ciudad y se dirigió hacia la carretera.

Ahí, en algún punto de esa carretera estaba el accidente ocasionado por la falta de precaución al conducir, por el exceso de velocidad y por conducir en estado de ebriedad.

Un automóvil de esos llamados compactos estaba irreconocible, destrozado completamente y en el interior una persona estaba prensadas entre los hierros retorcidos; mientras que en otro vehículo su conductor, aunque sin lesiones graves, aun estaba con los efectos del alcohol ingerido, sin reaccionar a lo ocurrido estaba tranquilo y no mostraba preocupación ni pena.

Mientras que en la carretera, tirado, un niño gritaba, estaba herido, con fracturas expuestas pero parece que eso no le importaba, sus gritos eran pidiendo ayuda, pidiendo que salvaran a su mamá que estaba prensada al interior del auto.

Al momento en que llegaron los paramédicos de la Cruz Roja unos de abocaron a atender al niño de sus heridas, pero él trataba de resistirse y les pedía que fueran a sacar a su mamá del interior del vehículo, les rogaba que la salvaran; los especialistas lo controlaron y comenzaron a atenderlo.

Por fortuna otro grupo de paramédicos se dirigió a la mujer y fue rescatada, aunque con varias fracturas, parecía que estaba fuera de peligro.

Ya más tranquilo el niño fue subido a la ambulancia junto con su mamá a quien la tomó de la mano y le dijo con su cara infantil y una sonrisa en sus labios: “mamá, no te preocupes, todo va a estar bien ya lo verás”.

Su mamá con llanto en los ojos estiró su mano para acariciarlo y darle gracias por el apoyo.

En el hospital el niño se recobró muy rápido y fue un apoyo fundamental para que su mamá saliera adelante y acelerara su recuperación.

Lo que serían unas vacaciones en la playa debido a un conductor inconsciente que ingirió bebidas alcohólicas sin moderación pasaron a ser semanas, o tal vez meses, en hospitales y recuperaciones dolorosas, tanto para el niño como para la mamá.

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