“Un dialogo interno, una nueva estructura para el pensamiento”
La verdad no es propiamente la realidad sino el reflejo de esta última, es el espejo de lo que a lo largo de la vida hemos aprendido, es el retrato de toda idea y cuanta definición heredamos y de todo y cuanto hemos adquirido en propiedad, es la imagen espontánea de nuestros bienes, valores, costumbres y religión y nuestra profesión.
La vida es la cárcel y el pensamiento es la condición y la condena más grande que pudiéramos visualizar, la vida es la cadena perpetua que nos conmina a querer ser aceptados y que la existencia importe por si misma.
El tormento es la conciencia, es el recuerdo de todo y cuanto hacemos, transportado al presente que se encuentra en el futuro inmediato, aquel lugar a donde llevamos todas nuestras experiencias y nuestras frustraciones. El pasado es el remanente, es lo que no se va, lo que nos da vida o la vida nos limita.
En un mundo donde todos creen tener la razón, donde en el transcurso de la historia quizá no existe pensamiento que no haya sido considerado por alguien más, donde todos invariablemente hablan de su conocimiento, en cierta medida, de cierto modo, el ángulo de su visón, análisis y raciocinio limita el mundo y el espacio vital, pero al final es defendido como la única verdad, ¡Su verdad!
Por el gusto infinito del poder y por el poder que da el placer, por el placer de llegar a tener, se erigen gobiernos, se trazan figuras de poder, los hombres se unen en grupos, se construyen imperios, arde la vida en cientos de infiernos y se escriben lineamientos, se ordena el entorno y pasado el tiempo, se hacen costumbres, se amasan fortunas y las mansiones y los bienes se convierten en propias prisiones, enfermedades y ajenas condiciones de lo que en un inicio la vida representó.
“Una persona piensa en base a lo que sabe, y sabe limitadamente por lo que piensa”, pero el contenido en el cerebro no es lo trascendente, lo verdaderamente interesante es despertar nuestra conciencia del sueño de la rutina y avivar nuestra razón, es buscar una nueva interpretación del conjunto del que todos formamos parte para dejar de prosperar en el camino que lleva a ninguna parte.
¡La cuestión es simplemente cuestionar quienes somos!, si lo que sucede y lo que nos rodea funciona como debería de funcionar, si ser uno mismo representa un riesgo por el riesgo mismo de ser. El punto es debatir en un dialogo interno si lo que sabemos y lo que hacemos, es lo que deberíamos y debemos hacer o cambiar dando un giro en un ángulo ligero de 180° grados para mejorar o, en uno de 360° grados para llegar invariablemente al mismo lugar, al punto de partida, que nos llevaría donde no terminamos nunca de empezar.
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