LECTURAS

NOE GUERRA PIMENTEL | Opinión | 07/04/2013

LO QUE DICEN O LO QUE DEBEMOS SER

A los mexicanos de este tiempo nos anteceden por lo menos dos prehistorias: una en este continente de América y cruzando el Atlántico, la otra. Somos deudores de 2 matrices culturales y venimos -genéticamente hablando- de 2 pueblos diferentes: indígena y español. El denominador mexicano es mestizo, con una minoría de blancos “puros” e indígenas “puros”. Pensamos, creemos, escribimos y hablamos en español, pero la historia oficial exalta lo indígena y denigra lo español. La “historia de bronce” en un perverso reinvento pone como nuestros paradigmas de conducta a perdedores.

Nuestra “historia patria” insiste en ver a Cortés como al conquistador; es cierto, pero siendo justos solo conquistó lo conquistado, las diversas naciones, que llamamos indígenas o autóctonas, ya estaban dominadas por el despotismo mejica: la Malinche, huejotzincas, cholultecas, texcocanos, totonacas, mayas y otros pueblos estaban ya subyugados, por eso se unieron al español para librarse del odiado que tenía su corte en Tenochtitlán. Cortés, en alianza, derrotó al gran odiado por sus tributarios. Como apunta Jesús Gómez Fregoso.

Y así, a fuerza de repetirlo, nos han hecho olvidar la otra parte de la que procedemos, la de los vencedores. Cierto es que ejercieron violentaron a una sociedad, que alienaron y alteraron lo establecido, pero también lo es el hecho de que si no hubiera sido por eso no estuviéramos aquí y sus logros, nos guste o no, son parte de la historia universal. Es por una visión oscurantista y retrógrada, que salvo la arquitectura y algunas glorias del arte en la literatura y la plástica, lo que sucedió en el virreinato se ignora o se ha malversado, no hay aspectos sociedad, se desconocen 300 años de vidas, pero lo que más se presume a turistas son dos aspectos: edificios prehispánicos o precolombinos y los “palacios del virreinato”.

Recórranse las calles y plazas de ciudades del país, y se encontrarán monumentos en honor a presuntos caudillos indígenas, pero ninguno a “los fundadores de lo que somos como Hernán Cortés, Pedro de Alvarado, Nuño B. de Guzmán, de quienes evidentemente también descendemos, no se les considera parte de y no forman parte de “lo nuestro”, cuando en la realidad resultan imprescindibles, pero peor, ni siquiera se recuerda a los virreyes, no digo a todos, solo a quienes hicieron progresar a este territorio en ese largo periodo de tres siglos, cuando aquí era Nueva España.

La llamada "historia de México" ha sido manipulada, ensalza a unos y etiqueta a otros protagonistas clave, indispensables de nuestra evolución social: la Malinche “una traidora por haberse entregado”, cuando fue ofrendada con otras 19 mozas por un Cacique de Champotón) a Hernán Cortés Monroy Pizarro Altamirano. En esa perspectiva, Cortés no fue el pionero de la soberanía de ayuntamientos (Villa Rica de la Santa Vera Cruz) ni el aventurado explorador, ni el que fincó las bases de la primera integración territorial, sino sólo un saqueador genocida. Jacques Lafaye (Quetzalcóatl y Guadalupe. FCE, 1974) aporta uno de los ensayos de mayor erudición sobre lo mexicano. La nacionalidad nos viene, recuerda, de una mezcla de mentalidad, cultura y mito. Sus creadores: el clero y los intelectuales novohispanos: "El fenómeno cultural de la formación de la conciencia mexicana es lo que podemos llamar el diálogo de culturas" y "La identificación del héroe-dios de los indios de México, Quetzalcóatl (serpiente emplumada), con Tomás, el evangelizador de “Indias”, ha sido una de las notorias vías de redención y de salvación histórica de los indios".

El otro elemento de la nacionalidad mexicana, dice Lafaye, es el guadalupanismo. "Miguel Sánchez (predicador y teólogo) que se aprecia como el verdadero fundador de la patria mexicana". Y analiza las bases interpretativas en que sustentó, a mediados del siglo XVII, la conquista de la Independencia de México (1810-1821) bajo la imagen de la “Virgen de Guadalupe”. ”A partir del día en que los mexicanos aparecieron a sus propios ojos como un “pueblo elegido”, estuvieron potencialmente emancipados de la tutela española”.