-Hola-, le dije cuando llegué.
-Hola- me contestó sin levantar su mirada.
Se veía triste, pensativo, aturdido por el ambiente.
Era un hombre de más de 60 años de edad, con vestimenta sencilla, su apariencia era humilde, cabello corto y cano, con sombrero.
-¿Como te llamas?- pregunté.
-Rafael, me llamo Rafael- me dijo al levantar la mirada y observar a lo alto de las torres del templo para después fijar su vista en el reloj que marcaban las 5:55 de la tarde.
Tras una breve conversación me dijo que era el campanero de esa iglesia y que estaba esperando que se hicieran las 6:00 de la tarde para “dar” la última llamada para la misa.
Faltaba ya dos minutos para la hora señalada cuando se despidió para subir a lo alto de la iglesia y empezar a repicar las campanas.
Antes de irse me confesó que cada año le pasaba lo mismo, cuando otras personas están de fiesta por el novenario del Santo Patrono de la iglesia él siente el miedo y temor de subir a lo alto de la torre y empezar con el repiqueteo de las campanas.
-Cada año sueño que la campana mayor me arroja al vacío y muero, es un sueño constante y recurrente que aparece cada año desde hace ya más de 40 años- me dijo.
Se despidió con un movimiento de cabeza y se marchó cabizbajo y arrastrando los pies al caminar.
Poco después, a pesar de su miedo, vi a Rafael en lo alto de la torre, hizo sonar las campanas y mientras él sufría pensando que esos serían los últimos instantes de su vida, muchas personas acudían a su llamado entrando presurosas al templo.
Casi nadie sabe del temor de Rafael por las campanas, pero cada año sigue subiendo al campanario y hace música con ellas, música que atrae a los feligreses a misa.
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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