ANA GUEVARA Y EL ORGULLO HERIDO
La velocista, medallista de plata en Juegos Olímpicos, Ana Gabriela Guevara, levantó la mano e hizo brotar desde lo más profundo, el orgullo herido de los abanderados de la benevolencia y majestuosidad del futbol mexicano.
Tras haber demeritado la medalla de oro olímpica conseguida en Londres 2012 por parte de la selección sub-23 mexicana, la sonorense se echó encima la jauría que defiende la “intachable” reputación del balompié de nuestro país. Y es que junto al manto de Juan Diego, la cerveza Corona, los tacos con mucho chile, las novelas de Talía y el Tequila, la medalla de oro olímpica se había convertido en un símbolo nacional de reverencia, que para los directivos del futbol en México terminó justificando más de un siglo de incoherencias y desatinos.
Ana Guevara fue dura, aunque coherente. El discurso de la velocista se ha escuchado en diferentes ocasiones, y bajo argumentos que no son para echar por la borda. Guevara, la figura que puso en el mapa de todo el país una disciplina deportiva que a ningún mexicano le importaba antes de su aparición, tiene derecho a quejarse, pues su existencia y presencia en el ámbito mundial del atletismo de velocidad se dio pese a pertenecer al sistema deportivo mexicano.
Nadie, por muy ofendido que se pueda sentir tras el demérito de la velocista mexicana hacia el oro olímpico en futbol, puede negar que Guevara superó filtros que sólo han sobrepasado dos o tres deportistas mexicanos en la historia. Por su parte, Cuauhtémoc Blanco tiene también todo el derecho de salir a defender el futbol mexicano como tal, pero no demeritar las palabras de una deportista que estuvo ahí pese a las dificultades.
Al fin y al cabo, Guevara no estuvo tan errada. Si bien no hizo correctamente el recuento de cómo llegó México a la final de Londres 2012, tampoco podemos negar que durante toda la primera fase el equipo azteca de Luis Fernando Tena no brillaba por su futbol. Se fue haciendo fuerte conforme los partidos, gracias a la presencia de dos o tres figuras que, para buena fortuna de los mexicanos, brillaron en un torneo donde las estrellas internacionales prácticamente fueron nulas.
Lo que Ana -quiero pensar- quiso poner en el punto de mira, es que el sistema deportivo mexicano está hecho, basado, pensado y patrocinado solo y para el futbol. La frase de que los futbolistas lo tienen todo y les hacen todo no es del todo errónea, y menos en un país donde el balompié es muchas veces utilizado como el mayor distractor social-económico-político-electoral, como lo fue claramente en el caso de Londres 2012.
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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