ENTRE HERODES Y EL INFIERNO
Ayer volví a ver La ley de Herodes y El Infierno, dos películas del cineasta mexicano Luis Estrada (Seré masoquista), ambas un retrato del México contemporáneo, la primera culpable de la derrota presidencial del PRI, la otra, con actuación especial de mi compañero bachiller Silverio Palacios, una y otra reflejo parcial hasta hace unos años de la cruda realidad que cada vez se extiende en la geografía territorial y social de este México en el que nos ha tocado nacer, donde el romper las reglas elementales, la corrupción, la criminalidad y la impunidad se amplían más allá de lo previsible, víctima insalvable de errores que no hemos sabido o querido superar y por los que cada vez más nos aniquilamos.
¿Pero, qué nos ha pasado, qué nos pasa? ¿Acaso es utopía el México de los almanaques turísticos, el pletórico de cultura y tradiciones, el “Cuerno de la abundancia”, el de la sociedad dueña del más grande cúmulo de cualidades, el de belleza y riquezas únicas, qué con la sociedad pluriétnica y multicultural, con la “Raza de Bronce” vasconceliana, la que no obstante sus ancestrales desigualdades y abismales diferencias iba estoica, despertando el cada día con la esperanza de concretar el cambio que la llevara a la tierra prometida?
La evidente descomposición económica, política, social, ética y ambiental sufrida en el país, amenaza con culminar en una catástrofe ¿La causa? una historia marcada, delineada principalmente por una malentendida cultura política, devenida en las insistentes crisis económicas, los movimientos sociales y, recientemente, las inéditas expresiones juveniles ocasionadas por el hartazgo generado por los hombres de las instituciones, aunado a la más aberrante criminalidad de que se haya tenido memoria y que ya no ve límites y menos cuándo parará o quién la podrá contener, fenómenos que a últimas fechas y principalmente desde el sexenio anterior han distinguido a este país cada vez más sumido en una incontenible crisis social que urge veamos y equiparemos todos.
Grave condición que se agudiza por varias razones que detonan en una economía que ha metido a nuestra sociedad en un imparable y perverso circulo vicioso generado a partir de los monopolios y de un mercado irracional que compite solo por los altos precios a favor del capital y por los bajos salarios en detrimento de la mano de obra expuesta a pocas oportunidades, falta de seguridad laboral, hambre, precaria salud e inseguridad pública, a causa de la simulación orgánica y de reglas del poder no escritas, encubiertas bajo el doble discurso en un país donde todo se hace y opera para que con lo que pase, no pase nada.
Otro factor que padecemos es la corrupción institucional, es decir, la que con cada cambio de gobierno, salvo honrosas excepciones, nos ha tocado testimoniar la voracidad de los que se van respecto a sus antecesores, desde delegados y alcaldes, pasando por funcionarios menores hasta secretarios de estado y representantes populares, ya no digamos gobernadores, presidentes de la república o sus similares en ámbitos empresariales, educativos o gremiales, entre quienes ven su cargo no para servir, sino como la oportunidad para el latrocinio a expensas de un sistema cómplice que solapa y en el que unos se tapan con otros.
Algo difícil de erradicar y que no tiene más excusa que la falta de ética, de principios elementales y de los valores fundamentales que solo dan la buena educación y que, desde mi perspectiva, es donde empieza el problema, pues todos los ámbitos sociales, de la familia a la política, pasando por la educación, percibimos los efectos de una fuerte crisis, sin atinar a identificar el origen. Somos capaces de señalar lo que no nos gusta, unos dicen que por la crisis económica, otros que moral, pero se quedan cortas. El mal es más profundo, es una crisis propiciada por la mala educación padecida victimas de individuos corruptos.
La educación nos interesa, nos debe incumbir a todos, porque solo a través de ella se construyen las personas, y por ende a la sociedad. De no enfrentarse esta crisis derivada de los errores del sistema, recomponiendo fallas y suprimiendo sus negativos, lamentablemente se agudizará hasta negarnos el futuro. Al tiempo.
Total de Visitas 275208123
A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
Desarrollada por HMH Sistemas
Template by OS Templates