PARACAIDAS

ROGELIO GUEDEA | Opinión | 29/11/2012

Pedir cuentas, entregar facturas

El gobernador de Colima, Mario Anguiano, ya fue y regresó de París, donde recibió reconocimiento por la reforma regulatoria implementada en su gobierno, sobre la cual, yo también lo creo, hace falta abundar más para que la población entienda exactamente de qué se trata. El mandatario fue cuestionado sobre su viaje: se le criticó que se fuera dejando a sus espaldas un montón de balaceras. Asimismo, se cuestionó que dentro de la comitiva que lo acompañaba fuera el líder de los burócratas, Víctor Vázquez. Como yo prometí decir quién creía que sobraba en esta comitiva y quién faltaba, aquí va: creo que efectivamente sobraba el líder de los burócratas y que, en su lugar, podría haber ido el titular de la Secretaría de Desarrollo Rural, sobre todo ahora que el campo en Colima atraviesa por una severa crisis y que esta crisis ha impactado de peor manera a uno de sus municipios más importantes: Tecomán, el más afectado, curiosamente, por la violencia. Hay una estrecha relación que pocos han visto entre la crisis del campo (por mencionar uno de los aspectos nada más) y la violencia. En Tecomán, por ejemplo, el problema del dragón amarillo, que ha dejado sin trabajo a miles de familias, aunado al problema del maíz, cuya producción, según René Ocón, dirigente del Comité Municipal del Maíz, cayó en un 40%, ha ocasionado una alza considerable en la violencia, sin duda relacionada también por los agujeros abiertos en la economía de los tecomenses, facilitando con esto su ingreso a cualquier tipo de negocio criminal. Si no entendemos el fenómeno de esta forma, y creemos que para curarnos de una afección cardiaca sólo necesitamos tomarnos una aspirina, la problemática nos rebasará. Por eso creo que atender la crisis del campo podría reducir los índices delictivos considerablemente, incluidos los relacionados con el narcotráfico. Esta es la factura (o el remedio) que yo suscribo y que, como éste, espero que se sumen otros, porque de nada le sirve a uno que nos digan que lo hacemos mal si no se nos dice, aunque sea a escupitajos, cómo hacerlo bien.