LECTURAS

NOE GUERRA PIMENTEL | Opinión | 18/11/2012

NUESTRA POLÍTICA CRIOLLA (IV-V)

Con esta colaboración anuncié cerraría mi análisis que, mediante charla, el 25 de octubre ofrecí a los priistas a invitación de la filial municipal Colima de la Fundación Colosio, cuando a solicitud expresa hablé sobre “los personajes que en Colima más han influido en el PRI”, lo que como es evidente no podré cumplir, puesto que he incluido algunas precisiones, en tal sentido pido su comprensión para cerrar, ahora sí, con la siguiente columna.

Al respecto solo recordar que en la del lunes pasado concluí con el diagnóstico sobre los grupos políticos locales, afirmando que en la víspera de los años ochenta el de “Los Compadres” apenas sobrevivía con cierto desgaste, el de Robles Martínez prácticamente ya había sido liquidado, que los últimos gobernadores estaban en franco retiro y que los otros dos grupos, el Manzanillo y el universidad no habían crecido lo suficiente.

Realidad que desde el centro dio pie a la aparición de otras dos figuras colimenses: Griselda Álvarez y Miguel de la Madrid, ambos protegidos por el sucesor de Echeverría, José López Portillo (1976-1982), quien les favoreció para operar cada uno su proyecto: Griselda, Senadora, la gubernatura y Miguel, Secretario, la silla presidencial, mientras que en Colima sonaba otro, el líder rural y también Senador Antonio Salazar Salazar, el más fuerte de “Los Compadres” y última esperanza del Grupo, no obstante tuvo que dejar en bodega sus “utilitarios”, pues el “Gran Elector” optó por Griselda y con ello cambió la historia de México.

Mientras que el “grupo Manzanillo” hacia labor de flotación en su refugio natural y lograba mantener posiciones, el “grupo Universidad” ampliaba sus redes desde las administraciones municipales hasta las posiciones federales. Ambos establecieron oportunas alianzas con Griselda, vínculos que a la postre a ella le permitieron gobernar (1979-1985) mucho más tranquila y con más fuerza que su antecesor y a ellos mantenerse y seguir creciendo; condición política que mejoró más con el arribo de Miguel de la Madrid (1982-1988) a la Presidencia, posición desde donde él definió la sucesión gubernamental de Colima (1985-1991), recayendo en otro “hijo pródigo”, Elías Zamora Verduzco, desconocido acá pero con carrera allá.

Una candidatura que en apariencia surgió desde Manzanillo, pues Elías de la nada se avecindó allá para ser inmediato alcalde porteño y de inmediato Gobernador, como consecuencia y una vez hechos los compromisos de origen su candidatura fue cobijada por el Grupo porteño que le dio su respaldo, consecuentes con la decisión presidencial. En ese sexenio algunos “Compadres” fueron rescatados, mientras que para el “Manzanillo” y el “Universidad” fueron las representaciones federales y locales, además de dar participación al tradicional corporativismo, integrando también un fugaz grupo conformado por empresarios, funcionarios, amigos y familiares, era el “Grupo Colimán”, desaparecido con su patrocinador y la llegada de Carlos de la Madrid Virgen a la gubernatura (1991-1997).

Con Carlos de la Madrid, Colima volvió a ser laboratorio político nacional, ya antes lo había sido con la designación de Griselda Álvarez, ahora con la elección definida tras un desgastante proceso interno llevado sin reglas claras, en el que contendieron Socorro Díaz Palacios, presuntamente apoyada por Colosio y Carlos Salinas de Gortari (1988-1993) contra Carlos de la Madrid (1991-1997), a quien se ubicó como candidato local, quien la ganó y con ello Colima se impuso al “Centro”. Antes de la Madrid había tenido que superar al Senador Roberto Anzar y a Carlos Vázquez, el primero respaldado por Zamora Verduzco y, el segundo, su primo y también pariente de Miguel de la Madrid, que trataba de motechar.

Continuará.