LECTURAS

NOE GUERRA PIMENTEL | Opinión | 11/11/2012

NUESTRA POLÍTICA CRIOLLA (III-IV)

En seguimiento a mis dos anteriores Lecturas, este día les comparto la tercera parte de la charla que el 25 de octubre pasado tuve con los priistas de Colima a invitación de la filial municipal de la Fundación Colosio, donde hablé, a petición expresa, sobre “personajes que en Colima más han influido en el PRI”. En mi anterior entrega cerré con el nacimiento del Grupo Manzanillo y la aparición del Grupo Universidad, surgimientos casi paralelos de aquellos tiempos cuando las decisiones políticas más importantes se tomaban en el centro a interés y por decisión absoluta del presidente. No había de otra.

Les hablé de la escisión política del grupo que desde la ciudad de México encabezaba el Poderoso Jesús Robles Martínez, cuando su mano derecha, el manzanillense Alberto Larios, ex secretario general del SNTE a nivel nacional, por diversas razones decidió separarse y tomar vuelo solo, división de la que surge el “Grupo Manzanillo”, con él a la cabeza, seguido por sus paisanos porteños Aquileo Díaz Virgen, Jorge A. Gaytán Gudiño, Rogelio Rueda Preciado, Sergio Marcelino Bravo Jiménez y los parientes con interés político como los Meillón, Sánchez, Bueno, Ochoa, Pelayo, etc., quienes tuvieron su mejor tiempo a la caída del roblesmartinismo, defenestrado como fue por Luis Echeverría (1970-1976), quien con el poder en sus manos abrió otros liderazgos, principalmente entre universitarios, para los que desde antes de tomar posesión dispuso de posiciones de representación, incluso reformando la Constitución, lo que dio pie a que el muy joven Fernando Moreno Peña protestara como Diputado Federal en 1976, a la edad de 23 años, cubriendo así la primera cuota que a ese nivel lograba el “Grupo Universidad”, misma en la que después figuraron otros de sus prominentes miembros.

El “Grupo universidad”, cuyo indiscutible liderazgo recayó en su fundador Humberto Silva Ochoa, quien desde la FEC había venido generando las condiciones y aglutinando a los principales líderes estudiantiles del momento, como Arnoldo Ochoa González, Juan José Farías flores, Arturo Figueroa y el muy joven Fernando Moreno Peña, entre los más destacados que desde la universidad, convertida en su centro de operaciones, paulatinamente se convirtió en el factótum de la política estatal, influyendo mucho o poco, dependiendo de su fuerza desde el centro, en la y los gobernadores posteriores a Arturo Noriega Pizano (1974-1979), quien con los universitarios conoció su propio Waterloo durante los menos de seis años que ocupó el Poder Ejecutivo local, luego del suicidio, el 18 de septiembre de 1973, del Gobernador electo Antonio Barbosa Heldt, a escasos 43 días de ocupar el cargo, función de la que en forma interina (1973), a la salida de Pablo Silva García (1967-1973), la XLIII Legislatura local cedió al exalcalde capitalino y aún integrante de ese cuerpo en su última sesión del 28 de septiembre de 1973, a Leonel Ramírez García.

Con “Los Compadres” sobreviviendo pero ya desgastados, un Roblesmartinismo liquidado, los últimos cinco gobernadores en retiro, algunos autoexiliados y los otros dos grupos vigentes, aún sin haber crecido lo suficiente, otros liderazgos, que no grupos, colimenses se gestaban desde el centro, eran Griselda Álvarez y Miguel de la Madrid Hurtado, ambos creciendo bajo el manto del sucesor de Echeverría, José López Portillo (1976-1982), quien si bien los mantenía fuera de reflectores, si les permitía operar enfocados desde allá por la causa colimense. Aclarados los puntos entre aquellos dos de los cuatro que sonaban, en 1979 la definición presidencial de la gubernatura se resolvió a favor de Griselda Álvarez, para que con ella no solo Colima cambiara su historia, sino México entero.

Continuará.