Entre Líneas

CARLOS ÁVALOS GARCÍA | Opinión | 25/10/2012

EFECTO DOMINÓ

Muchos han sido los acontecimientos violentos suscitados en las calles de nuestro estado, no se diga en nuestro municipio. Hechos sangrientos, que marcan las vidas no solo de las víctimas, que pierden el aliento divino y dejan de existir, sino también, las que se quedan en este mundo para enfrentar solos, un nuevo destino, una vida con un trauma psicológico ocasionado por la violencia latente, persistente y frecuente que impera en nuestra sociedad, propiciando con esto el Efecto Dominó.

El crecimiento de la violencia tiene varias vertientes, pero una de ellas es motivada por una causa simple: el desentendimiento de las autoridades para atender a las víctimas colaterales de hechos sangrientos, mortales o no, o accidentales; a las cuales jamás, se les brinda asistencia psicológica en su etapa de crisis emocional, o al menos dentro de las primeras 72 horas, que es el tiempo límite para prestar atención profesional a quien haya sido testigo presencial o sujeto a un incidente o accidente que pudiera ocasionar un trauma.

Que si bien es cierto existen factores crimino impelentes como subculturas de violencia, consumo de alcohol, provocación, familias disfuncionales, etc. El efecto dominó es la consecución de un acto violento que marca por siempre a una persona psicológicamente, y que al no estar atendida, está proclive a cometer el mismo acto, o uno de mayor dimensión.

Por ello la crítica en este momento al mal manejo que el estado (llámese federación o entidad estatal) ha dado a este importante rubro, sin duda, ha sido también uno de los factores determinantes para el crecimiento de la violencia. La fuerza del Estado, se ha centrado en la rehabilitación o readaptación social de los delincuentes, a quienes les brindan programas de asistencias psicológica y social dentro de los Ceresos, pero dejando de lado, sin auxilio, sin asesoría sin reintegración a la sociedad a la víctima.

La asistencia psicológica está concebida para ayudar a las víctimas de la tortura, a sobreponerse al trauma psicológico que han vivido. Esta asistencia se sustenta en varios tipos de terapias. La terapia individual, ya sea basada en terapia clínica, psicoanalítica, de comportamiento u otra, está pensada esencialmente para permitir a la víctima sobreponerse al trauma, aprender a identificarlo y aceptarlo y, gradualmente, empezar a reintegrarse a la sociedad y/o al mundo laboral.

El apoyo psiquiátrico, junto con el tratamiento con medicamentos, se ofrece a menudo a pacientes que sufren colapso emocional. Psicólogos y psiquiatras son generalmente especialistas en el tratamiento de las víctimas de la tortura y en el manejo del estrés pos-traumático.

Este conocimiento especializado hace que les sea posible ganar la confianza de las víctimas y responder apropiadamente a sus síntomas específicos. Junto con esas formas de terapia individual, muchas organizaciones también ofrecen terapias de grupo o de familia basadas en un análisis caso por caso.

Además del efecto catártico de permitir a las víctimas compartir sus experiencias dolorosas con otras personas con historias similares, tales terapias sirven también un propósito social permitiendo a las víctimas el re establecimiento de lazos que a menudo están rotos debido a una serie de síntomas clínicos causados por haber sido torturados.

Otro aspecto importante del trabajo terapéutico con víctimas de la tortura es que éste se desarrolla generalmente durante un largo periodo de tiempo. Esto es debido a que las consecuencias psicológicas del trauma continúan afectando a las víctimas de la tortura durante toda su vida. Por muy buen tratamiento que reciba la víctima de la tortura nunca está curada psicológicamente. Es más apropiado hablar de mejora de las condiciones de las víctimas con relación a los medios que se les ofrecen para hacer frente al trauma y poder vivir con él.

Es tiempo de considerar la creación de un departamento en las corporaciones policiacas, llámese ministerio público, o policías municipales, aunado también un centro de atención especialista en la atención de las víctimas. Pero la pregunta es: ¿Hasta cuándo sucederá? ¿Hasta que algún funcionario o jefe de gobierno le toque ser víctima?... No hay que esperar a que suceda, es más importante la prevención que el ejercicio de la fuerza, sino, al tiempo; Es cuánto. Pero por hoy el espacio se termina y como dijo Don Chuyaco… ¡Adió!...