Los Cendis y la huelga de hambre
La huelga de hambre que durante varios días alzaron los miembros del Partido del Trabajo, encabezados por Joel Padilla, en protesta por no haber recibido el recurso destinado a los Cendis, el cual asciende a más de cincuenta millones de pesos, cantidad envidiable que, en tiempos de recesión, otros organismos mejor fiscalizados y más transparentes no desdeñarían, fue por fin levantada aunque la protesta al parecer continúa, pues los cabecillas del movimiento tomaron por asalto las oficinas del SAT en Colima y Manzanillo. La pregunta vuelve a resurgir con la misma fuerza que antes (y con la misma lógica también): ¿por qué si el estado es quien da este recurso no se hace cargo él mismo de estos centros que están bajo el poder no ya de un partido político sino, concretamente, de esas cuantas personas que lo dirigen? Tal vez sea muy temerario poner en tela de juicio los beneficios que han tenido los Cendis para muchos hogares colimenses, pero también es cierto que podría ser todavía mejor si le quitamos el bastión político que los ostenta y, además, se establecieran medidas mucho más eficaces para controlar la transparencia y calidad de sus servicios. Por donde se le vea, nadie podrá negar que es tiempo ya de que se haga una sería revaloración con respecto a quién debe administrar y velar por los servicios que ofrecen los Cendis en Colima, si es que, en ese análisis, no resulta mejor que el estado se haga cargo de ellos o, en su defecto, que utilizando ese recuerdo se creen otros centros que ofrezcan mejor calidad de servicios a costos más modestos pues, como ya lo hemos visto, hay madres divorciadas o separadas (y ahí está el caso del ex dirigente del PRD Estatal, Francisco Rodríguez) que tienen que solventar todos los gastos porque no cuentan con el apoyo, Dios las tenga en su santa gloria, de sus ex maridos.
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