EL GRITO, ORIGEN
No se sabe con precisión cuáles fueron los términos exactos, aunque según, Hidalgo gritó algo parecido a: “¡Viva la religión católica! ¡Viva Fernando VII! ¡Y viva y reine por siempre en este continente americano nuestra sagrada patrona, la Santísima Virgen de Guadalupe! ¡Muera el mal gobierno!” tal y como lo consigna la Gaceta extraordinaria de México, no 112, donde aparece el Edicto de su excomunión, publicado el 28 de septiembre de 1810 ¿Una cruzada religiosa? un llamado justificatorio de la crueldad, un grito a la intolerancia, a la irracionalidad: la terrible convicción de que la violencia redime, dijera Krauze. Un momento, si se quiere, mítico o emblemático que nos llega como “el Grito de Dolores”.
Ello, sin duda porque se significa como la verbena popular que unifica todos los credos políticos, ideológicos y espirituales; un acto que articula a un país que con estos motivos se puede imaginar y reinventar en sus nacionalismos. Uno de esos momentos donde la tradición vincula acontecimientos del pasado con la esperanza de un mejor futuro. Los testimonios coinciden: la madrugada del 16 de septiembre de 1810, descubierta la conspiración de Querétaro y puestos sobre aviso, Miguel Hidalgo después de convencer a un titubeante Allende para que lo apoyara, llamó a misa dominical. Allí Hidalgo expuso los motivos de su lucha, para presuntamente después arengar a los presentes con un grito de insurrección.
“¡Viva la religión, Viva nuestra Madre Santísima de Guadalupe, Viva Fernando VII. Viva América y muera el mal gobierno!” Al margen de que dicha expresión haya surgido después, atribuida a la presunta arenga que tuvo que hacer el Cura insurgente en Dolores, dicha práctica se ha venido alimentando y fortaleciendo a lo largo de la historia de nuestro pueblo como el mítico hecho fundacional de una Nación, la mexicana.
Los insurgentes reconocían así la fecha de inicio del movimiento que en esa primera época vio su fin a mediados del año siguiente, cuando luego de las derrotas acumuladas aquellos insurgentes fueron fusilados. Pero continuó y la resistencia ocupó a nuevos combatientes. No había tiempo para la celebración. Ignacio López Rayón, caudillo heredero del Cura, rememoró el Grito el 16 de septiembre de 1812 en Huichapan, hoy en Hidalgo. Al mismo tiempo, la junta Gubernativa de América emitía un manifiesto enmarcándola. Si bien no sabemos cómo se desarrolló la primera ceremonia, dada las condiciones de la insurgencia, sí, se cree austera. No obstante, queda el testimonio de la Oda al 16 de septiembre, escrita por Andrés Quintana Roo, testigo de aquel primer festejo.
Al año siguiente, José María Morelos leyó ante el Congreso de Chilpancingo sus Sentimientos de la Nación, que en uno de sus puntos proclama que “se solemnice el 16 de septiembre de todos los años, como el de aniversario en que se levantó la voz de la independencia”. No hay registros de ceremonias realizadas posteriormente, años sumamente difíciles para la insurgencia hasta 1820.
En 1821, año en el que Iturbide consuma el movimiento con el Plan de Igual y los tratados de Córdoba, para ocupa él mismo el trono como Emperador de México, como Agustín I, se propone que se festeje la fecha de consumación, el 27 de septiembre. De hecho el 27 de octubre de 1821, se realizó el primer acto conmemorativo oficial de la Independencia. Ese día Iturbide encabezó la solemne jura y proclama de la soberanía del país; hubo desfiles por las calles de la ciudad de México, pero sin referencia al “Grito de Dolores”, ni a su protagonista Miguel Hidalgo, según Carlos María de Bustamante ¡Viva México!
NOÉ GUERRA PIMENTEL es Presidente de la Sociedad Colimense de Estudios Históricos, A.C.
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