CON OTRA...
Eran cerca de las 8 de la mañana, caminaba con mi hija hacia su escuela, a menos de una cuadra llamó mi atención que desde la banqueta de enfrente alguien dijo que ya le había quitado el pantalón y los calzones también.
Sin dejar de caminar, busco de donde proviene semejante aseveración; sobre todo cuando comenta que “está re-buena la plebe”.
Unos cuantos pasos más y me ordena: “quiero que escuches los gritos que la morra va a pegar”; ¡ah caray! -dije-, esto ya parece tortura.
Cuando dijo que no me fuera a enojar no supe si me lo dijo a mi o a la que tenía el cuerpo al cien.
Ya en ese momento estaba suficientemente contrariado con lo que pasaba; ¡Así soy de sinvergüenza! -sentenció-.
Como no escuché los gritos, comencé a creer que ya no le haría daño sin embargo, fue muy claro con ella cuando le dijo que no se pusiera a llorar; supongo, claro, que eso evitaría llamar la atención de más personas que por ese lugar pasan todos los días para llevar a sus hijos a la escuela; como yo.
Avancé un poco más y recordé que algunas personas dicen que como el mundo se va a acabar en el 2012 comenzaríamos a ver una mayor descomposición social, que a los jóvenes sólo les importaría tener dinero y “troca nueva”, y tal vez, puede que tengan poca, o mucha razón; pero lo cierto es que uno ya no sabe si creerle a los Aztecas, a los Mayas o al hijo del papá.
Cuando el joven apareció de detrás de la camioneta estacionada en la del otro lado de la calle, sonreí.
El chico caminaba encorvado, con las manos en los bolsillos del pantalón, peinado con prisa, modorro, se notaba que tenía frío.
Durante el trayecto a la escuela el muchacho había optado por “motivarse” poniendo a todo volumen en su celular la canción Te estoy engañando con otra. Un tema que, maldita sea la hora en que se puso de moda, creo que es del gusto de una buena parte de la juventud.
Cada quien educa a sus hijos como quiere, escuché a una señora decir en una ocasión, pero otra fue un poco más sincera y dijo que los educan como pueden; sin embargo, como quiera que sea la forma en que lo hagan, esta música no debería formar parte de esa educación.
Apenas llegó a la reja de entrada apagó el celular.
Regresé a mi casa preguntándome si ese chico de escasos 10 años de edad en verdad ponía atención a la letra de la canción.
Porque tal vez algún día si lo haga, lo de engañar a su pareja con otra; pero de que se parezca a Mauricio Garcés, de eso mi querido escolapio, hay mucha diferencia.
Tal vez con otra rola sí me engañes.
Con otra…
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