COMENTARIO HOMILÉTICO

Administrador Colimapm | Opinión | 26/01/2025

COMENZAR NUESTROS PROYECTOS DE VIDA SOBRE LA PALABRA DE DIOS

LC 1,1-4; 4,14-21

POR: Pbro. Jorge Armando Castillo Elizondo

El inicio del año litúrgico coincide con el inicio del ministerio público de Jesús. Hoy regresamos al Evangelio de san Lucas, quien nos acompañará durante todo este año, para seguir de cerca los pasos de Jesús y dejarnos acompañar y guiar por su palabra. El texto es tomado del inicio del evangelio, un pequeño prologo (Lc 1,1-4), y del comienzo de la actividad pública de Jesús, después de las tentaciones en el desierto (Lc 4,14-21). Su primera aparición será en Galilea y Nazaret. Acompañemos a Jesús en la proclamación solemne de su misión.

Es muy importante que en nuestra vida personal sepamos integrar el orden a nuestros proyectos y planes. No se puede caminar a la deriva sin ningún sentido y sin ningún rumbo. La temporalidad es una exigencia a la que estamos sometidos y no podemos hacer a menos de ella, por eso debemos proyectar y hacer una cosa a la vez. La vida sin proyectos y sin orden sería un caos. Sin darnos cuenta naturalmente actuamos de esta manera en las cosas pequeñas, hacemos planes durante el día y proyectamos metas a corto plazo, pero cuando nos encontramos con la distancia del tiempo y de los años, nos parece que tenemos todavía mucho margen. Pero, atención, debemos preparar el futuro con acciones puntuales y responsables cada día; en las cosas pequeñas se van forjando las grandes acciones, ya lo decía Jesús “el que es fiel en las cosas pequeñas, será fiel en las grandes” (Lc 16,10).

Hoy san Lucas, al inicio de su Evangelio, nos presenta y da pruebas de que ha realizado una cuidadosa investigación que demuestra la solidez de sus enseñanzas, él sabía que estas palabras llegarían al corazón de muchos a través de las generaciones y reconoce en el signo de sus palabras la “veracidad, la autenticidad, la solidez” (cf. Lc 1,1-4). Considero que cuando las cosas se proyectan desde la verdad y el bien, esas cosas, proyectos, y trabajos están llamados a permanecer para siempre. Por tanto, no vivamos únicamente, y sólo, el presente fugaz que a veces es incierto, sino que proyectemos con sabiduría y sensatez nuestros proyectos de la mano de Dios. Porque, si así lo quiere Dios, así será. 

Frente a los grandes errores de la humanidad, y específicamente del pueblo de Israel, Dios se ha presentado como aquel que puede renovarlo todo, que puede dar la capacidad y la fuerza de recomenzar; el hombre, solamente tiene que reconocerlo y abrirse a la acción transformadora de Dios (Ez 11,17-20; Sal 50).

La llegada del Hijo de Dios al mundo marca un tiempo nuevo, donde Dios se manifestará de manera palpable y llevará a término todas sus promesas. Ahora no solo el pueblo de Israel, sino toda la humanidad podrá reconstruirse sobre el fundamento de la verdad y de la gracia. Así pues, retomando el discurso anterior, Jesús comienza su misión no improvisando las cosas a gusto personal, sino siguiendo muy de cerca el plan de su Padre. Ahora lo que han anunciado los profetas se cumple en su persona: “El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor” (Lc 4,18-19). Jesús anuncia con toda autoridad el inicio y el cumplimiento de estas acciones cuyos beneficiarios son los pobres, los cautivos, los ciegos, los oprimidos, es decir, todo hombre que sufre en su alma y en su cuerpo. La palabra de Dios se cumple en el oído del que escucha con fe la buena notica.

Pidamos al Señor la gracia de poder ser verdaderos continuadores de su misión para que podamos experimentar en nuestra vida y en nuestro presente la acción transformadora de Dios. Porque sólo con la unción del Espíritu y guiados por su luz podremos realizar y continuar la misión de Jesús. Y finalmente, aprendamos a dar solidez a nuestros proyectos personales y comunitarios dando un lugar especial a la Palabra de Dios, porque sólo desde allí podremos reconstruirnos y volver a ser la comunidad que Dios espera para esta generación.