POR: Pamela de la Vega
Cuando hablamos de un Manzanillo congestionado y saturado, no solo nos referimos a su capacidad para recibir y atender buques. Manzanillo debe entenderse como una unidad logística integral que abarca varios servicios accesorios de comercio internacional y logística.
Por su ubicación y configuración, el recinto portuario no puede verse como un ente aislado del resto de la actividad logística. El puerto, en su conjunto, impacta nuestra vida diaria debido a su congestión.
No se trata de cuestionar nuestro aprecio por Manzanillo, como algunas voces sugieren. Hablar de una situación tan evidente no significa no querer a nuestro puerto; significa alzar la voz ante un problema que afecta profundamente a la ciudad y su vida cotidiana, y que requiere atención urgente.
Este no es solo un problema de congestionamiento o caos vial, sino también de sobrecostos logísticos que pagamos todos. El incremento en los precios de los productos que consumimos día a día no se debe solo a la inflación, sino también al desgaste de las carreteras y, sobre todo, a lo difícil que resulta dedicarse al transporte en estas condiciones. No podemos olvidar a las personas que trabajan en esta actividad, quienes enfrentan jornadas largas en condiciones desfavorables, con el consiguiente riesgo de accidentes viales.
Alzar la voz en este tema implica solicitar un crecimiento planificado y consensuado por todos los actores involucrados. Aunque se dice que el puerto tiene capacidad para manejar más de 3 millones de contenedores anuales, ¿tiene la ciudad esa misma capacidad? ¿Tienen las carreteras y terminales externas la infraestructura necesaria? ¿Nos hemos hecho realmente esas preguntas?
Porque el verdadero progreso no solo se mide en volumen, sino en la calidad de vida que ofrece a quienes dependen de él.
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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