Otra muestra de la apertura del candidato Enrique Peña Nieto, además de responder a los cuestionamientos de Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador en el debate, es su visita a la Universidad Iberoamericana: sabían, porque los propios izquierdistas radicales se encargaron de anunciarlo repartiendo volantes y a través de las redes sociales, que habría un foro adverso; estaban conscientes de que muchos de los jóvenes iban a emular a El Mosh y hacerse los críticos del sistema y del poder; estaban al tanto que la campaña de odio que el PAN está implementando iba a envenenar la mente de muchos que, de buena fe, se prestaron al lamentable espectáculo. Y, aun así, el tricolor asistió y jamás se salió de sus casillas.
A falta de argumentos y pruebas sólidas, que no han presentado simple y sencillamente porque no existen, el recurso extremo es la desestabilización; reventar cuanto acto sea necesario con tal de hacer ver que la popularidad que reflejan las encuestas no es tal. Pero eso, en descargo de las personas de buena fe que sí desean un cambio y están hartos del clima de violencia que impera en México por la guerra fallida contra el crimen organizado, es hacerle el trabajo sucio al PAN.
Es por eso incongruente ver a quienes se quejaban de la guerra sucia contra Andrés Manuel López Obrador aplaudir lo que, en especial en las redes sociales, se está haciendo en contra de Enrique Peña Nieto; es avalar esa estratagema de lodo que los panistas desplegaron en todos los medios de información para desprestigiar la figura del tabasqueño.
¿Qué esperaban, entonces, los porros que no se cansaron de exhibir su intolerancia y odio contra el candidato del PRI? ¿Que llegara la policía y se llevara a todos y los confinaran en una cárcel? ¿Que el grupo de Peña Nieto se enfrentara a golpes con los rijosos? ¿Que en las redes sociales respondieran en el mismo tono con insultos y descalificaciones? Porque, de haber sido así, tendrían toda la razón del mundo en decir que el PRI no ha cambiado y que, por el contrario, es el mismo que se encargaba de reprimir la libre manifestación de las ideas.
Quienes esperaban una respuesta de intolerancia y dictatorial ante la rijosidad en la Ibero quedaron decepcionados.
Varios analistas políticos respetados hablaron del tema y coinciden con la postura de este columnista:
Víctor Beltri.
Las comparecencias ante universidades e instituciones académicas son oportunidades extraordinarias para debatir y confrontar propuestas de campaña, con la dureza de los argumentos y lo inexorable de las ideas. El ambiente estudiantil, con la frescura y honestidad que lo caracteriza, es el marco perfecto para exhibir las deficiencias de cualquier candidato. Sin embargo, el extremo de la agresión es la excusa perfecta para que, quienes temen debatir sus ideas ante los estudiantes, no lo hagan. La ecuación es clara: a pesar de lo respetable de las protestas en la Ibero, lo deseable es que no vuelvan a ocurrir. Exhíbanlos, pero con argumentos. Háganlos huir, pero con ideas. Atemorícenlos, pero no a zapatazos. Tienen los argumentos para hacerlo con los cuatro, sin duda. Y la responsabilidad de no permitir que entremos en una espiral en la que todos saldríamos perdiendo: ¿Saben? El problema no es la caída, sino el aterrizaje.http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&seccion=opinion&cat=11&id_nota=833857
CONTINÚA…
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