Unirnos y desunirnos
A propósito de las próximas elecciones y del país que queremos y nos prometen los presidenciables recordé un capítulo de un libro de divulgación científica que leí no hace mucho. En ese capítulo se decía que la masa se transforma en energía no sólo con la división de átomos (fisión), sino también con la unión (fusión), pero que esto último era más difícil porque las cargas positivas se repelen, aunque la fusión nuclear por antonomasia tiene lugar en el Sol, que es la fuente de toda la vida conocida. Me quedé pensando en eso de la fisión y la fusión y no pude evitar verlo en términos sociales. Y entonces concluí que si consiguiéramos realmente quitarnos las envolturas negativas (los partidos tirándose escupitajos unos a otros, los ciudadanos jalando cada cual por su lado) y pensáramos en un proyecto serio de nación, en donde privara el derecho, la libertad, la autocrítica, la tolerancia, el bien colectivo, entonces podríamos ser un país explosivo, salir de nuestro subdesarrollo, ingresar de verdad en la democracia y la civilidad, y entonces sí dar el salto que hemos venido esperando desde la Revolución Mexicana. Todo esto sin olvidar que la energía que puede obtenerse de la fusión nuclear (esa que une un incontable número de cargas positivas) es infinitamente superior a la que se obtiene de su fisión (que es, por decirlo de alguna manera, la que nos tiene viviendo en la desesperación y el dolor).
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