
DEUDA, ¿BUENA O MALA?
POR: César Barrera Vázquez
Se tiene una opinión generalizada de que la deuda es mala y, ciertamente, nadie quiere endeudarse. Sin embargo, en algunos casos, adquirir un crédito puede ser positivo. Precisamente, ley de disciplina financiera implementa mecanismos para garantizar que la deuda no crezca irracionalmente, afectando las finanzas públicas de los estados, y los financiamientos se utilicen de manera adecuada.
La pregunta, en este caso es: ¿El gobierno del estado tiene un manejo adecuado de la deuda pública? Porque, la realidad, es que todos los gobiernos se endeudan, incluso la administración del presidente López Obrador ha pedido financiamientos y elevado, a niveles históricos, la deuda pública de México.
¿Eso es bueno o malo? Otra vez, reitero, analicemos los mecanismos contemplados en la misma Ley de disciplina financiera. Así sabremos, con indicadores objetivos, si el gobierno hace un buen uso de la deuda pública. De entrada, uno de los mecanismos que miden el nivel de endeudamiento es el Sistema de Alertas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
El gobierno de Ignacio Peralta, desde el 2017, mantiene este indicador en un semáforo verde, cuyo resultado indica que el estado tiene un nivel de endeudamiento sostenible. Es el resultado más óptimo y da luz verde al estado para adquirir financiamientos hasta por un 15% de sus ingresos de libre disposición.
Si el gobierno de José Ignacio Peralta tuviera un semáforo amarillo (endeudamiento en observación) o un semáforo rojo (endeudamiento elevado), entonces habría elementos para señalar que, en términos del manejo de la deuda pública, el gobierno no está aplicando las mejores prácticas financieras. No es el caso.
Ahora bien, considero que uno de los grandes aciertos de esta administración ha sido, precisamente, el manejo de la deuda pública. Si bien se incrementó, como ha sido la tendencia en todos los gobiernos desde que hay registro, se dejaron bienes tangibles para el beneficio de las presentes y futuras generaciones.
Son obras, pues, de trascendencia, que quedarán ahí para el disfrute y beneficio de los colimenses. Hablo, por ejemplo, de la preservación y remodelación del Parque Arqueológico La Campana, que pasó a formar parte del patrimonio público. O la construcción y equipamiento del C5i, una de las obras más importantes porque responde a la necesidad apremiante de la población de combatir la inseguridad.
Los financiamientos también permitieron mejorar la infraestructura en Salud Pública a través de la construcción y equipamiento de dos unidades neonatales, así como el equipamiento y reconversión en áreas específicas destinadas a la atención hospitalaria de pacientes afectados por el coronavirus SARS-CoV-2 (Covid-19). Este último, un tema de gran relevancia estratégica, pues la pandemia no se ha ido y amenaza una tercera ola de contagios.
Gracias a este adecuado manejo de la deuda pública y a que se utilizaron los mecanismos financieros como apalancamiento de inversión pública, se logró el desarrollo del proyecto de rehabilitación original del Palacio de Gobierno, considerado patrimonio cultural del Estado.
Y se dejó al próximo gobierno, además, uno de los activos más importantes con la adquisición de los terrenos que comprendían la vigésima zona militar. Será el gobierno de Indira el que decida qué se hará con este espacio tan importante.
DOS PUNTOS
Todas estas obras se consiguieron con financiamientos bien diseñados, pues no impactaron el perfil crediticio del estado –al contrario, lo favorecieron—y tampoco afectó el resultado del sistema de alertas de la SHCP. Muchos gobiernos crecen las deudas, pero no dejan obras ni beneficios tangibles. Este no es el caso.
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