
EL JUEGO DE LA POLARIZACIÓN
Polarizar le sirve al presidente como una estrategia efectiva para mantener sus niveles de popularidad, único indicador que le interesa, al distraer a la población de los temas verdaderamente relevantes: nos indignamos porque fustiga a la clase media llamándola aspiracionista, pero perdemos de vista que el cilindro de gas de 30k cuesta más de 800 pesos.
Por eso, desde la mañanera, dispara con extrema certeza frases controversiales para soliviantar el odio de sus seguidores y degradar el diálogo democrático a una discusión futbolera de Chivas contra América.
Así, el presidente minimiza la inseguridad, la falta de empleo, la debacle económica, las masacres del crimen organizado y da pie, con esto, a que proponer una consulta para enjuiciar a los expresidentes, lo que da pie a que colaboradores como Gatell insinúen que las y los niños con cáncer forman parte de una narrativa golpista.
Y es que indignarse de todo esto o exigir su solución, automáticamente, te pone del lado de sus adversarios, quienes –esos sí en la narrativa del régimen—representan todo lo peor de la historia mexicana remasterizada: los conservadores golpistas que asesinaron a Francisco y Gustavo Madero.
Esta estrategia es inédita: ¿Imaginan a Peña Nieto diciendo que los desaparecidos de Ayotzinapa eran parte de una narrativa para derrocar a su gobierno? ¿O a Calderón diciendo que la tragedia de la guardería ABC fue un atentado terrorista de la extrema izquierda?
Porque sí, sí hay quienes le compran este discurso al presidente y, también, del otro bando, quienes se dejan llevar por la catarsis del insulto y contribuyen a depauperar el diálogo democrático, y así cumplimentar uno de los principales objetivos propagandísticos del nuevo régimen: enfrascarnos en una discusión estéril que nos distrae de los temas relevantes.
¿Y cuáles son los temas relevantes? Que la escases general de medicamentos, entre ellos los oncológicos infantiles, tienen una causa directa en la ineptitud de los funcionarios del Insabi, como lo demostró una investigación periodística, y lo peor es que no se hace nada para resolverlo porque el gobierno no reconoce ningún error.
Que el incremento de la violencia delincuencial es proporcional a una fallida estrategia de seguridad pública, cuyas prácticas y lineamientos nos encaminan a una militarización de la seguridad, lo que siempre criticó AMLO como oposición en el pasado, pero que ahora en el poder perpetúa y alienta.
Que la falta de empleo se debe a que viola la constitución y los principios elementales del derecho, al no respetar acuerdos internacionales ni contratos, cancelando proyectos y espantando inversiones.
No perdamos de vista que cada vez está más caro el gas, los alimentos, los insumos básicos para sobrevivir. Que cada vez hay más gente en pobreza y que cada vez es más difícil, para la mayoría, solventar los gastos cotidianos. No perdamos de vista, pues, lo verdaderamente importante.
DOS PUNTOS
Una de las exigencias mayores al gobernador Ignacio Peralta es la seguridad. En la medida de sus posibilidades financieras, el estado ha respondido a este reclamo, al impulsar una inversión histórica en infraestructura y equipamiento para modernizar el trabajo de seguridad pública con la construcción del C5i. Eso ha hecho el estado, pero ¿qué ha hecho la federación? A parte de militarizar el país, ¿qué inversión o programa de seguridad ha impulsado el presidente? ¿A quién le importa verdaderamente la seguridad de la población: a Ignacio Peralta que le invierte o a AMLO que saluda la mamá del Chapo, libera al hijo de este narcotraficante o que agradece a los criminales su comportamiento en la pasada elección?
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A partir del Lunes 11 de Abril de 2011
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